Muchos queremos encontrar una buena inversión, rentable, sofisticada o sencilla, pero que permita una rentabilidad decente y segura.
Para ello, investigamos las múltiples opciones de los mercados financieros, escudriñando la rentabilidad de los distintos activos:
Acciones de alto dividendo, oro y plata, bonos seguros del gobierno, sistemas mágicos contra futuros, etc etc.
Observamos los resultados obtenidos en cada caso y sacamos conclusiones. Y nos convertimos en el pavo.
¿Qué problema tiene el pavo? Pues que tenía hecho un backtest sobre el grano que recibe del amable cuidador humano que llena todos los días su escudilla. Día tras día, llueva o haga sol, le ponen grano en el plato. Durante 1.000 días, la volatilidad del aporte de grano es mínima. El indice de Sharpe, magnífico. La rentabilidad, perfecta.
Pero un día llega la fiesta de acción de gracias, y le cortan la cabeza.
La gráfica de grano diario del pavo sería más o menos:
Este ejemplo lo menciona Nassim Taleb en su libro El cisne negro, y pone de relieve la afición humana a utilizar el pasado, a veces incluso muy reciente, como un pronóstico para el futuro.
Sin embargo, no hay pronósticos muy fiables, vamos casi a ciegas.
Lo dijo hace bastante tiempo el premio Nobel de física, N. Bohr:
Hacer predicciones es muy difícil, especialmente cuando se trata del futuro. Niels Bohr
Y es que la bolsa es compleja. Es cambiante en el tiempo, y está manipulada. Si la simplificamos, perderemos dinero.
Y lo primero que hacemos los inversores ante este problema es simplificarlo:
“Compra con el rumor y vende con la noticia”, “la tendencia es tu amiga”, “los stops limitan las pérdidas”, “los pisos siempre suben”..
Son asertos que tratan de dar sentido al sinsentido, nos permite entender cosas, aunque luego no sirva para nada; porque el ser humano no tolera la incertidumbre, tratamos de entenderlo todo.
Pero enseguida nos damos cuenta de que esas sencillas frases sólo ayudan a perder hasta la camisa.
Como no somos tontos del todo, enseguida pasamos a la segunda fase: leemos a los expertos. Empezamos a seguir las opiniones de gente bien formada; especialistas en bolsa que con su amplio acervo y experiencia, son capaces de predecir, con un alto porcentaje de acierto, lo que va a hacer la bolsa.
¿No?. Pues no.
Existen muchísimos ejemplos que demuestran que los expertos fallan tan a menudo que resulta ridículo.
Un ejemplo clásico es el del Wall Street Journal, que en 1998, inspirado por Burton Malkiel y su libro “Paseo aleatorio por Wall Street” lanzó el reto al mundo de la bolsa de si eran capaces de vencer a un mono con los ojos vendandos lanzando dardos contra las paginas del diario donde figuraban las cotizaciones. Las compañías tocadas por el dardo formarían la cartera de valores. Esta cartera de valores fue comparada con los fondos de inversión y por los portafolios construidos por varios analistas de prestigio.
La cartera del chimpancé superó al 85% de los fondos.
Sin embargo se les sigue haciendo caso a los profesionales, en contra de lo razonable. ¿Porqué? Por que tienen discurso.
La clave de la comunicación humana es tener un discurso elaborado, una narración, un conjunto de razones y argumentos que explican el porqué de las predicciones.
Toda la narración debe estar además sólidamente documentada, es decir, basada en estudios de otros personas que tampoco tienen ni idea de lo que va a pasar. Y es preferible que las personas involucradas tengan un buen curriculum, aunque sus estudios no tengan relación con el análisis bursátil.
Pero entre todos forman una historia, un cuento, que el resto de inversores devoramos cada mañana, normalmente pagando unas monedas.
Por tanto, ¿debemos despreciar los resultados pasados? ¿Y las opiniones de expertos?.
Tampoco hay que exagerar. El equilibrio está en el punto medio.
Esas informaciones a veces son útiles, o dan ideas relevantes; Sólo quiero decir que hay que tener un sano escepticismo, que no hay que seguir a pie juntillas informaciones publicadas o prestigiosas, como hace tanta gente.
Por último, para aportar algo positivo, quiero revelar dos prácticas muy sencillas que ayudan mucho para superar esta incertidumbre:
- Diversifica tus inversiones en varios sistemas, o estrategias. Si tenemos 3 o 4 tipos de inversión, cuando alguna de ellas falle, no nos hundirá.
- Usa un stop de sistema: Si una estrategia de inversión pierde, fulmínala. El primer punto (diversificación) ayuda a éste: Si tenemos varias estrategias, nos será más fácil cerrar la que esté en pérdidas que si nuestra estrategia es única.
Y asi, estaremos tranquilos en la granja de aves porque no seremos el pavo, sino el pato. Que es muy parecido, pero cuando llega el carnicero, sale volando.
Slow-Inver
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