La carrera de Judd Apatow como director está resultando curiosa si tenemos en cuenta cómo la progresiva depuración de su estilo le está provocando un mayor alejamiento del público general. Sus tres primeras películas partían de un high concept puro y duro (Steve Carell es virgen, Seth Rogen deja embarazada a Katherine Heigl, Adam Sandler padece cáncer terminal) y terminaban navegando por digresiones verbales improvisadas por sus actores, aparentes tiempos muertos y drásticos cambios de rumbo narrativos. Esta fórmula le funcionó perfectamente a Apatow en Virgen a los 40 y en Lío embarazoso pero con Hazme reír se llevó el batacazo (comercial) del siglo. Desgraciadamente, es lo que suele pasar cuando uno hace su película más libre y personal, que el público le da la espalda. Está claro que el problema de Funny people no era la película en sí, sino las expectativas de comedia que la audiencia tenía que se veían frustradas por una historia con un poso muy triste.
Con Si fuera fácil (espantoso título para This is 40) Apatow recupera a dos personajes de Lío embarazoso, su mayor éxito comercial pero su peor película. Pero, afortunadamente, Apatow no rebaja su carga existencial, aunque si que rebaja la radicalidad de la propuesta con respecto a su anterior obra. Si fuera fácil carece del high concept del que hablaba antes y su narrativa es más dispersa en el sentido de que nos falta ese hilo conductor sobre el que pivotaban el resto de sus películas. Que Leslie Mann vaya a cumplir 40 años en unos días es el macguffin para que todo gire alrededor del tema central de la película: los diferentes conceptos de madurez. Y digo diferentes porque Apatow se cuida en no ser moralista en ningún momento, cosa que descoloca si lo que esperas es una comedia al uso con una redención final y unos personajes que acaban aprendiendo una lección en la vida.
Los personajes de Si fuera fácil son antipáticos, histéricos, rozando lo deleznable. Como todos nosotros. Y esto no es fácil de ver. Jode mucho que nos pongan un espejo delante y que, con la apariencia de una comedia medianamente gamberra, nos muestren cómo de patéticos somos realmente. Así, los momentos entrañables y cómicos se alternan con los puramente dramáticos consiguiendo Apatow un equilibrio envidiable. Todo ello sin olvidar el admirable uso de los diálogos de una sorprendente naturalidad.
Paul Rudd consigue la que probablemente sea la mejor interpretación de su carrera encarnando a Pete, ese Peter Pan que tan bien ha sabido reflejar Judd Apatow en sus producciones y que tanta empatía provoca a los hombres de nuestra generación. Por su parte, Leslie Mann, esposa en la vida real del director, logra no caer en el estereotipo de fémina suprainteligente que deja al macho por los suelos.
Con Si fuera fácil Judd Apatow logra su mejor película y mantiene su promesa de nunca hacer una película de menos de dos horas.