Si hoy tienes veinte comenzaste a montar en lomos del siglo XXI desde niño mientras, a toda velocidad, las praderas del siglo pasado iban quedando a tu espalda.
Hurra, cosacos del desierto…
A cada bote de la lanza ruda,
a cada escape en la abrasada lid,
la sangrienta ración de sangre cruda
bajo la silla sentiréis hervir.
Si hoy tienes veinte años, el agua nunca será tan clara y nunca tendrás tanta sed… pero no hagas caso de los poetas que, agua, lo que se dice agua, beben poca, y sus versos nacen regados en noches de vino.
Si hoy tienes veinte años, seguramente un chaval de la peca te cantó que eras libre, mientras que tú, todo ojos escudriñadores quizás te negabas a bailar con aquellos mayoyes que al ritmo de ¡libre! no paraban de buscar agua en cualquier pozo, por seco que estuviera.
Si hoy tienes veinte años sonaba esta canción que hoy parece un juego de edades. Tú, que los acabas de encontrar, y nosotros, que los veíamos pasar.
Aunque casi te confieso que he sido un perro veintañero que tardó tiempo en verte y que al encontronarse contigo no supo nada más que escribirte y con un papel de calcar, imitar, uno a uno, todos los comportamientos que se suponía que un mayor debía hacer, también debes saber que la primera vez que me diste tu manita, me electrocuté.
Si hoy tienes veinte años, yo sé que a veces tú habrás llorado por pequeñas cosas del maldito-y-puñetero-maravilloso-amor, que te marcará a fuego para nunca. Nunca olvidarás mientras vives tu juventud sin recordar nada.
La soledad me ha venido a preguntar donde estás cuando contigo quiero estar. He pensado tanto que ya no tengo pensamientos, he sentido tanto que ya no tengo sentimientos. Dejará de crecer, abandonaré toda expresión. He llorado tanto que las lágrimas ya no caen al suelo. He prometido tanto que las promesas me llaman embustero.
Si tienes veinte años hoy, espero que hayas escrito cartas de amor, con o sin dirección, y que hayas dejado algún mensaje de amor en un contestador.
No hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay- dijo La Rochefaoucauld. Recuerda, recuerda cuando perdiste la cabeza pues, seguramente, ahí estará toda tu vida haciendo eco cada vez que pienses de verdad en tus emociones.
Tú ya no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable, interminable. Te sentirás acorralada, te sentirás perdida y sola, tal vez querrás no haber nacido… Entonces siempre acuérdate de lo que yo un día escribí pensando en ti, pensando en ti, veinteañero, como ahora pienso.
Para el Príncipe Troyano.