
Ilustración: Samuel Martínez Ortiz Según el Instituto Nacional de Estadística, el número de empleados públicos en 1976 era de 1.385.100. En 1987, época ya de madurez del sistema, había ascendido ya a 1.869.200. Al final de 2013, ese número alcanzaba la cifra de 2.909.400. Se estima que unos 2 millones son funcionarios y el resto, un millón, personal laboral y eventual. El máximo número de empleados públicos se alcanzó en 2011, el año del fin de gobierno de Zapatero, y fue de 3.306.600 en el tercer trimestre de dicho año. Ese ha sido el crecimiento en funcionariado y empleo público en general necesario, no para mejorar las prestaciones públicas, que no ha sido el caso (ninguna persona sensata diría que hemos casi triplicado las prestaciones estatales desde 1976), sino para mantener las clientelas y el intervencionismo estatal. España sufre el déficit público más alto de la Zona Euro, excluyendo a la rescatada Chipre. Traducido a cifras: el estado está gastando ahora mismo al año 60.000 millones de euros por encima de lo que ingresa. Dicho de otra forma: por cada español, incluidos los recién nacidos, gasta al año 1.300 euros más de lo que ingresa. Y así un año tras otro desde 2009. La deuda pública total es casi del 100% del PIB, la más alta desde principios del siglo XX. Los privilegios fiscales, económicos y políticos de los que disfrutan los partidos, los sindicatos, la Iglesia…, y el gasto público que generan los múltiples ramales de la Administración estatal, extremado en el caso de los nacionalismos, han originado una presión fiscal que ahoga nuestro sistema productivo e hipoteca el de las próximas generaciones. Por si fuera poco, la corrupción se ha extendido como una mancha de aceite por todo el sistema. Y he aquí la original propuesta de solución de los extremistas de Podemos: gastar mucho más y montar un estado aún más intervencionista, con muchos más empleados públicos. Pero ¿y si esta dinámica alocada no se pudiera mantener indefinidamente? ¿Y si hacia lo que estamos yendo por este camino es hacia el colapso y la bancarrota, igual que Grecia, que es, entre otros aún más catastróficos, el país que sirve de referencia a nuestros podemitas? Habrá que buscar alguna salida a todo esto, especialmente si Podemos llega, efectivamente, al poder, pero, por favor, que no tenga que ser por tierra, mar o aire.