Sólo fue necesario acercarme hasta la “Old City”, conocida también como “Sultanahmet”, para comprender sencillamente a que se refería el emperador francés cuando pronunció aquella frase…
Si la Tierra fuese un solo estado, Estambul sería su capital.
Napoleón Bonaparte.
Al llegar a la inmensa ciudad turca, la famosa frase de Napoleón cobró total sentido.
Sólo fue necesario acercarme hasta la “Old City” (ciudad vieja), conocida también como “Sultanahmet”, para comprender sencillamente a que se refería el antiguo emperador francés cuando pronunció aquella frase.
En sus más de 3000 años de historia, Estambul ha sido capital y centro neurálgico de dos grandes imperios, el Bizantino y el Otomano, ambos con características muy distintas, y que impactaron profundamente en la fisionomía que hoy vemos de la ciudad.
El Imperio Bizantino (recordar que “Bizancio” fue el primer nombre de esta ciudad milenaria, cuando fue fundada por colonos griegos), nombre con el que se conoció a la sección remanente del gran Imperio Romano tras haber caído su parte occidental, estableció su capital y centro de poder en la ciudad, y se mantuvo como la ciudad más fuerte del mundo durante todo un milenio.
El emperador Constantino, el mismo que impulsó al cristianismo como la religión principal del imperio, decidió gobernar sus vastos territorios desde esta ciudad, que cambió su nombre por los de “Nueva Roma”, y el aún más conocido “Constantinopla”, en su honor.
Durante este período romano/bizantino, multiplicó enormemente su población y se decidió engalanarla con nuevas y majestuosas catedrales o monumentos, para demostrar el inmenso poder del imperio. Es así como se construyeron las joyas que aún hoy podemos apreciar en Estambul como la Santa Sofía, la Cisterna Subterránea o la Iglesia de San Salvador de Chora.
En el antiguo hipódromo romano, ahora se erige un obelisco egipcio de Tutmosis III
Sin embargo, en 1453 el mundo occidental se sorprendió al escuchar la noticia más inesperada. Las murallas de la poderosa Constantinopla, que aún hoy pueden observarse, habían caído por primera vez ante un enemigo. Los otomanos habían logrado lo que no habían podido persas, hunos, germanos o búlgaros, entre tantos otros.
El sultán Mehmet II se vió tan impactado por la belleza de la Santa Sofía al entrar a la derrotada ciudad, que no sólo la preservó, sino que mantuvo su estructura occidental, inexistente en el mundo árabe y que influenciaría la arquitectura de muchas mezquitas que se construirían a continuación.
La “Caída de Constantinopla” marcó el fin de la era medieval, y el consecuente bloqueo del camino comercial entre Europa y la India, que pasaba necesariamente por la ciudad, provocó la búsqueda de nuevas rutas por parte de las monarquías occidentales, que terminó en el descubrimiento europeo de América unos 40 años más tarde.
El Imperio Otomano embelleció aún más la ciudad, construyendo ejemplares exquisitos de mezquitas como las de Ahmet o Solimán el Magnífico. El Palacio Topkapi se convirtió en la magnífica residencia privada de los sultanes, y los bazares se multiplicaron en la ciudad, otorgándole ese estilo de vida típico de los califatos árabes, donde los vendedores ambulantes, las lámparas y las alfombras plagaron las intrincadas callejuelas de la ahora denominada, Estambul.
Mezquita Azul desde la Plaza Sultanahmet, la mayor impronta otomana en la ciudad
Esta mezcla de culturas que presenció Estambul durante más de dos milenios explica la actual pluralidad de su gente, en donde conviven turcos, griegos, armenios, kurdos, musulmanes, cristianos, judíos y otros tantos extranjeros de todo el mundo. El resultado es una de las ciudades más cosmopolitas del planeta, y la tradición vendedora de sus comerciantes, convierte el paseo por sus calles en una experiencia única en si misma.
En mis días en Estambul no recuerdo dejar ni un momento de fascinarme, de aprender y de disfrutar de los paisajes y la simpatía de su gente.
En los próximos posts, iré contándoles algunas de las anécdotas que la maravillosa ciudad de Estambul me regaló, pero para despertarles aún más sus ganas de viajar y visitarla, les dejaré la lista personal de los diez lugares que más me han impresionado de la ciudad que, retomando la frase de Napoleón, bien merecería ser La Capital Universal.
Mercados de Estambul
La “Haghia Sophia” (o “Santa Sofía”):
Es muy difícil describir en palabras la belleza de este increíble templo. Fue durante mil años el edificio más grande del mundo, y se forjó como una de las primeras catedrales del cristianismo. Los otomanos la convirtieron en mezquita y los turcos finalmente en el museo que es hoy en día. Su estructura única y los mosaicos bizantinos de su interior son tan impresionantes que dedicaré un post entero a esta catedral.
Haghia Sophia, una de las catedrales más antiguas del cristianismo
La inmensa y fabulosa Santa Sofía por dentro
La “Mezquita Azul” (o mezquita “Sultanahmet”):
Frente a la Haghia Sophia se encuentra la única mezquita de la ciudad con 6 minaretes (torres desde donde se invoca a los fieles a rezar), lo cuál distingue su silueta desde cualquier ubicación. Tal es así, que el propio centro antiguo de Estambul suele conocerse con el nombre de “Sultanahmet” por esta mezquita.
El topónimo se debe al sultán que la envío construir, Ahmet, y su cromático apodo, al principal color de los más de 20.000 azulejos que decoran su interior. El ingreso está permitido también a no-musulmanes y la sensación de paz que se siente dentro es realmente reconfortante.
La Mezquita Azul, o Sultanahmet Camii
Interior de la Mezquita Azul. Los coloridos azulejos dan el apodo de la mezquita
El Palacio Topkapi:
Una ciudad dentro de otra, fue la residencia privada de los sultanes durante el Imperio Otomano, hoy también convertido a museo. El “Harem”, donde vivían las 300 concubinas del sultán, tenía el ingreso prohibido a cualquier otro excepto a él, y era custodiado por los “eunucos”, los guardias que eran castrados para que no se tienten con las mujeres del sultán.
Además vivían en el palacio unos 400 esclavos y la familia del sultán, cuya madre era generalmente la que tomaba la mayoría de las decisiones del imperio. Esta joya de la arquitectura islámica, domina toda la colina del Sultanahmet, y poder observar sus jardines y el arte de sus habitaciones es el placer de todo visitante.
Maqueta del impresionante Palacio Topkapi
El Palacio Topkapi por dentro
El Palacio Topkapi por dentro
La Mezquita de Solimán:
La mezquita más grande de Estambul, mandada a construir por el famoso sultán Solimán el Magnífico, cuya propia tumba se encuentra justo afuera del recinto. Aún con un diseño más sobrio que la mezquita azul, no deja de sorprender al visitante con su finísima arquitectura, que combina los estilos islámico y bizantino en una amalgama perfecta.
La Mezquita de Solimán el Magnífico, la más grande de Estambul
La Mezquita de Solimán por dentro
El “Grand Bazaar” (o “Kapali Carsi”) y el “Spice Bazaar” (o “bazar egipcio”):
Se dice que el Grand Bazaar de Estambul es el centro comercial más antiguo del mundo, con más de 4400 negocios. Es una ciudad en sí misma, con bancos, oficinas de correo, enfermería y peluquerías por doquier.
Si bien es un mercado impresionante y aún muchos locales compran allí, al igual que el Spice Bazaar (un bazar donde se venden todo tipo de especias), se han convertido en sitios demasiado turísticos a mi gusto.
Las zonas aledañas a ambos bazares, sin embargo, también están repletas de negocios y vendedores ambulantes, y resultan algo más auténticas. Abordaré el estilo de vida de los bazares, tan característico del medio oriente, en otro próximo post.
Una de las puertas de ingreso al Grand Bazaar, o Kapali Carsi
Calle principal del Grand Bazaar de Estambul
Lámparas a la venta en el Grand Bazaar
Especias de todo tipo y aroma en el colorido Spice Bazaar
Puesto de venta de Delicias Turcas en el Spice Bazaar
La Cisterna subterránea romana:
Una reliquia de la arquitectura romana. Es una gigante cisterna subterránea de agua mandada a construir por el emperador Justiniano, para que provea a la ciudad si ésta era sitiada por enemigos.
Otros interesantes vestigios aún apreciables del Imperio Romano son el acueducto de piedra y las antiguas murallas de Constantinopla.
La Cisterna Subterránea, vestigios del Imperio Romano
Acueducto Valens, construido por el Imperio Romano
La Iglesia de San Salvador de Chora:
Aunque algo alejada del centro histórico de Estambul, vale totalmente la pena acercarse a verla y pagar la entrada. Es uno de los mejores ejemplos de iglesia bizantina que aún se preservan, y sus antiguos frescos y mosaicos dorados son realmente espectaculares. No muy lejos de allí se encuentra el Patriarcado de Constantinopla, donde reside el Patriarca Bartolomeo, el análogo al Papa de Roma, pero para la Iglesia Cristiana Ortodoxa.
Mosaicos bizantinos en la Iglesia de Chora
Mosaicos bizantinos únicos en la Iglesia de Chora
La Mezquita de Eyup:
Eyup fue el mejor amigo y camarada del Profeta Mahoma.
Participó y falleció en un ataque a Constantinopla, recibiendo posteriormente el título honorífico de sultán por su cercanía al gran profeta. En ese exacto lugar, fuera de las murallas de la ciudad, se construyó una mezquita, que hoy es la cuarta más sagrada del Islam, tras las de La Meca, Medina y Jerusalén.
Sus alrededores están repletos de tumbas de gente adinerada que quiso ser enterrada allí. En sus proximidades hay una colina, desde cuya cumbre se pueden apreciar unas geniales vistas de toda la ciudad, del Estrecho del Bósforo y de su estuario, el llamado “Cuerno de Oro”.
La sagrada Mezquita de Eyup, fuera de las murallas de Estambul
La preciosa vista de la ciudad desde la colina de la Mezquita de Eyup
La Calle Istiklal, desde Plaza Taksim hasta la Torre de Galata:
Cruzando el “Cuerno de Oro” a través del Puente Galata, se llega a la parte moderna de la ciudad, también del lado europeo. La calle Istiklal es la principal arteria de la zona y sus edificaciones tienen un estilo mucho más europeo, predominantemente francés, ya que aquí se mudaron muchos occidentales a partir del s.XIX.
Hoy en día es una de las áreas con mejor ambiente nocturno, siendo una excelente opción para salir y divertirse, aprovechando la hospitalidad de los turcos, que no permitirán que te sientas sólo nunca.
La Torre Galata sirve como mirador al turista, o aún mejor, como imagen de fondo mientras bebes algo con amigos en alguno de sus bares aledaños.
Calle Istiklal, la arteria con más vida nocturna de Estambul
El Bósforo y el Cuerno de Oro:
Estambul es la más famosa de las ciudades transcontinentales, es decir, las que se ubican en dos continentes. El Estrecho del Bósforo separa el lado europeo del asiático, y aunque están unidos por dos transitados puentes, mucho mejor es disfrutar del cruce en uno de los ferries (“Sea-Bus”) que lo atraviesan con gran frecuencia diaria.
También es posible realizar un crucero por todo el estrecho, desde el Mar de Mármara hasta el Mar Negro, pudiendo contemplar exquisitas vistas de las mezquitas de la ciudad, del Palacio Topkapi, la fortaleza Rumeli Hisar y el Palacio Dolmabahce.
El lado europeo de la ciudad está a su vez dividido en dos partes por un estuario natural llamado “Cuerno de Oro” (“Golden Horn”). En el lado sur está el centro histórico o “Sultanahmet”, mientras que al norte se encuentra la zona moderna.
Las mezquitas dan forma a la ciudad, formando el paisaje que se ve desde el Bósforo
SeaBus por cruzar el Estrecho del Bósforo. Del otro lado, Asia
Vista del estuario natural llamado Cuerno de Oro
Hay muchos otros lugares para mencionar que te sorprenderán si visitas Estambul. Aunque el lado asiático no posee demasiados sitios turísticos de relevancia, hay barrios como Kadikoy o Uskudar que valen la pena de ser recorridos por su mayor autenticidad.
Toda la parte antigua del Sultanahmet está repleta de lugares interesantes y que no he mencionado. Basta un mapa turístico, unos días en la ciudad y ganas de dejarse llevar por sus calles, para descubrirlos.
Como mencioné antes del listado, en los próximos posts contaré historias y nuevas experiencias que pude disfrutar en la maravillosa ciudad de Estambul, junto a los amigos de CouchSurfing que me hospedaron y ya conocerán. ¡Hasta entonces!
¡Saludos a todos!