Revista África
contarían que miles de personas apretaron contra su pecho la palabra dignidad, que juntos redactaron una página clave de la Historia que cada día escriben con su lucha pacífica, con sus pasos firmes, con su dolor y su esperanza.
Si hablara el desierto, diría que se siente orgulloso de haber acogido en su seno a niños, hombres, mujeres y jóvenes que vencieron al miedo para reivindicar ante el mundo derechos fundamentales que les son negados sistemáticamente, que se unieron en una sola voz para ser escuchados por quienes, incomprensible e injustamente, les niegan la palabra.
Si tuviera voz la justicia, gritaría, en los lujosos despachos de quienes mueven sus hilos, que no es justo que un pueblo sea despojado de su libertad.
Rompamos el silencio, hablemos por ellos. Que cada jaima sea un poeta, cada grano de arena del desierto un ser humano libre y la justicia una nueva filosofía que establezca un orden nuevo.
Necesitamos regresar a ese lugar en el que pensar, defender las propias ideas, luchar para que no se entierre ninguna cultura en el olvido, agrandar el horizonte y reivindicar una vida digna, no siga siendo un atropello.
Y no hay más camino que el de seguir pidiendo la paz y la palabra.
Os pedimos desde aquí que dejéis en este blog una palabra, un poema, un párrafo de un libro, una luz… para que su eco llegue allí donde más se necesita.
Tristes guerras si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres si no mueren de amores
Tristes, tristes.
Miguel Hernández