Dime: ¿qué te sugiere la imagen que sirve de encabezado para este artículo? No. No hablo de pelis de miedo, no hablo de Poltergeist, y, en definitiva, no hablo de Carol Anne. Para eso ya tenemos otro artículo en este mismo perfil en el que se trata la historia de aquella trilogía de los ochenta. Lo que propongo con este escrito es que dejemos a un lado a Carol, para centrarnos en Heather. Propongo que apartemos el personaje ficticio para centrarnos en la persona real.
¿Qué representa esta pequeña niña? Pues bien es la viva imagen de todo aquello que hombres y mujeres pierden al cruzar cierta línea, al entrar en, digamos, «la vida adulta». La sociedad que tenemos actualmente está construida a través de anti-valores. El noticiario diario que vemos en la televisión está plagado de reportes que nos cuentan cómo un determinado político ha robado unos cuantos millones, o cómo una madre ha asesinado a su propia hija. ¿Y estos casos son puntuales, algo que sale en la tele y ya esta? No, por supuesto que no. En la pantalla vemos lo que nos muestran, pero la inmensa mayoría de las personas adultas que pertenecen a este planeta albergan en su interior las mismas ideas, impulsos, y anti-valores que han llevado a los de la tele a hacer lo que han hecho.
La ciencia coincide en que el cachorro será más «instintivo», que se dejará mover más por los impulsos sensibles e inmediatos que le exige el cuerpo. Del mismo modo, asegura que el ser adulto será capaz de sobreponerse a sus instintos para hacer uso de la razón, y discernir así el bien y el mal, lo correcto de lo incorrecto. Bien esta afirmación es una de las barbaridades que definen a la Madre Ciencia como herramienta inexacta. Adultos y adultas poseen la virtud de la razón, pero para nada la utilizan para construir. La utilizan para dar fuerza y encaminar los impulsos más oscuros exigidos por su cuerpo, por su instinto. De este modo la persona adulta será meticulosa, sabrá cómo cuándo y dónde hacer daño, y distorsionará su sexualidad hasta llegar a prácticas y actos enfermizos.
Heather, como todos los nenes/as de su franja de edad, estaba construida a través de dos conceptos: inocencia y pureza. No hay nada más real que el sentimiento de una niña/o, sin distorsionar, sin fines o metas ocultos. Es triste saber que llegada cierta edad estas criaturas perfectas, estas niñas y estos niños, «cruzarán» para pasar a formar parte de nuestro mundo infecto. A veces me averguenzo de lo que veo por la calle, de lo que veo en internet, y, en definitiva, de pertenecer, por DNI, a este universo adulto, egoísta y enfermo.
Descansa en Paz, pequeño Ángel (1975-1988).