Es probable que en España se esté gestando una gran sorpresa electoral, algo que no detectan las encuestas y que podría sorprender a todo el mundo. Si los españoles votan con el mismo espíritu que están votando en muchos otros países del mundo, la noche del 28 de abril, cuando se conozcan los resultados, habrá sorpresas, llantos y euforias difícilmente imaginables. Los políticos españoles siguen confiados en que su tradicional dominio sobre el electorado siga vigente y que los ciudadanos votarán con la cabeza, movidos por la propaganda y los argumentos de la campaña electoral, pero quizás se equivoquen y, por vez primera en España, se vote con la barriga y con la rebeldía suficiente para castigar a la casta. ---
Lo que ocurre en el resto del mundo siempre termina llegando a España, un país que cada día es menos "diferente". Los políticos de países como Italia, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Austria y otros muchos ya han aprendido que las urnas son impredecibles y que de ellas se reciben grandes sorpresas, pero los españoles siguen confiando todavía en la vieja lógica y no esperan que los ciudadanos utilicen las urnas para castigar a la casta y hacerle morder el polvo.
No sé si esa "venganza" del electorado, que otorga el poder a formaciones inesperadas y que castiga a las viejas fuerzas que han gobernado siempre, va a producirse en España el 28 de abril, pero si no ocurre ahora lo hará en la próxima cita electoral. Las corrientes de rebeldía ciudadana y de odio a los políticos llegarán a España con toda seguridad, más temprano que tarde. Tal vez la cuestión catalana y la colaboración del socialista Sánchez con los peores elementos de España, los más desleales y poseídos por el odio, entre ellos los golpistas y amigos del terrorismo, han sido las gotas que han colmado el vaso español y que provocarán la estampida.
Los políticos del resto del mundo ya saben que los ciudadanos se han cabreado y votan de manera sorprendente, generalmente con furia e indignación, en contra de lo viejo y apoyando casi siempre opciones inesperadas.
Lo hacen porque no quieren seguir soportando el asqueroso espectáculo de la política tradicional, donde solo hay problemas sin resolver, codicia, impuestos abusivos, promesas incumplidas, privilegios inmerecidos para los políticos, mentiras, engaños y demasiado poder, gestionado por hipócritas y miserables.
Los ciudadanos recelan ya de lo que llaman "democracia" y creen que han amañado ese sistema para que sirva siempre a los intereses de los poderosos y deje de lado al pueblo. Los ciudadanos se acercan a las urnas como si en lugar de una papeleta llevaran en las manos un puñal. Saben que es único poder que los poderosos han dejado en sus manos, después de haberles arrebatado todos los demás, desde la influencia a la prensa libre, desde los derechos fundamentales a la Justicia, y tienen la intención de usar las urnas como si fueran guillotinas, para cortar el cuello a los arrogantes, ineptos, corruptos y miserables que dominan el mundo.
El pueblo, al contemplar como, inevitablemente, los políticos terminan todos millonarios, con pensiones de lujo de por vida y con puestos asegurados en las grandes corporaciones, quieren acabar con esa ralea de aprovechados egoístas y recuperar el tradicional sentido de la vieja política, que era amateur, generosa y se basaba en el servicio a la ciudadanía. Quiere acabar con la política de los hipócritas, los que se atiborran de privilegios y gobiernan para ellos mismos, olvidando al pueblo y el bien común.
Cuando uno se acerca a las urnas con la mente puesta en los coches de lujo que poseen los políticos, en los aparcamientos reservados al poder en los mejores lugares de las ciudades, las tarjetas "Visa" de los políticos, a cargo del contribuyente, los desplazamientos en aviones públicos para actos privados, la opacidad de los fondos reservados, que terminan muchas veces en los bolsillos de los poderosos, la marginación de la gente honrada y esa arrogante y delictiva manera de gobernar, que desprecia los deseos y anhelos del pueblo y sólo responde a los intereses de los poderosos, entonces el voto se convierte en una granada de mano que se arroja contra el sistema y contra la despreciable "casta" política.
El "Brexit" es producto de esa ira ciudadana contra el poder, al igual que la presidencia de Donald Trump en la primera potencia mundial, la derrota sin misericordia de la socialdemocracia y los partidos socialistas en medio mundo, el gobierno de la Liga Norte en Italia y el imparable auge de lo que llaman "extrema derecha" en muchos países del mundo, además de otras muchos derrotas del stablishment en todo el planeta.
El comunismo asesino y esclavizador fue derrotado, pero sus padrinos, esos que tienen obsesión por imponer su voluntad a las masas, no han cesado de conspirar para sojuzgar al ciudadano. La "rebelión de las masas" fue sustituida por el "engaño a las masas", que creyeron encontrar en las democracias la panacea, cuando en realidad aquella democracia hermosa fue degradada y tuneada por los poderosos de siempre. Ahora ha llegado la hora de las "masas indignadas", convertidas en una furia que arremete contra los políticos y sus escuderos, sobre todo contra los periodistas corruptos y sometidos, y el mundo va a conocer terribles historias de venganza popular en las urnas, que es el único sitio donde el pueblo conserva un poco de poder.
Si la nueva ola del furor popular contra la casta política llega a España, la noche del 28 de abril será el llanto y el crujir de dientes.
Francisco Rubiales