Estoy indignado. Y cada día que pasa lo estoy más. Indignado por cómo los gobiernos bailan al son que marca la banca. Por cómo recortan en educación y sanidad mientras siguen subiéndose el sueldo cada vez más alcaldes. Por cómo la casi totalidad de los grandes medios de comunicación están tan politizados y tienen tantos intereses económicos que ya no son medios de información sino empresas que ofrecen entretenimiento tendencioso e insultante. Por cómo los líderes políticos hablan de que tienen la solución a la situación de España pero no la dicen ni la llevan a cabo. Por los pactos que juegan con el voto de los ciudadanos.
También estoy indignado por los empresarios que juegan con el pan de sus empleados, que te tratan como un simple número en su imperio económico. Por los jefes que salvan su culo a costa de sus trabajadores. Indignado por los compañeros que dejan de luchar por sus derechos, por los que piensan que trabajar de cualquier manera es más importante que luchar por un trabajo digno. Me indigna que me digan que estoy loco cuando me planteo dejarlo todo e irme lejos. España ya registra más emigrantes que inmigrantes y el que no quiera ver la verdadera gravedad de la situación es que está ciego. Mientras, yo me muero de ganas de hacer algo, lo que sea, porque ya no quiero seguir siendo parte del problema.