Cuando de niña me preguntaban ¿y tú a quien quieres más a mamá o a papá?, yo torcía el gesto y nunca contestaba. Es muy tímida decía mi madre, pero en el fondo ella sabía que esa niña extraña era observadora e inteligente, y callaba porque la contestación hubiese sido muy grosera.
Tienes dos hijos, a quién quieres más ¿al niño o a la niña?. Absurdo!!!! Y seguimos ……. eres de ¿carne o de pescado?, pues vaya, como se te ocurra contestar a esto estás vendido porque te tacharán de lesviana o de maricón en un momento. Da lo mismo lo que seas o lo que pienses, porque la pregunta tampoco le interesa al que la hace, la lanza su boca porque no tiene ni cerebro ni educación.
Tampoco tiene respeto, porque si respetase todas la opciones posibles le importaría un pepino lo que eres o lo que eliges. Quizás sea curiosidad. ¿Por qué tenemos que elegir? Ese empeño en que el otro sepa lo que opinas, lo que piensas o lo que sientes.
Te puedo contar lo que opino de todo de forma elegante, como lo hice cuando nos preguntaron en la radio sobre la asociación en la que colaboro http://ame-asociaciondemujeresempresarias.es/entrevista-cope-madrid-sur/
Aún hoy hablo poco, pero mis ojos y mi gesto dicen mucho. Eso sí, con la edad me he vuelto crítica, muy incisiva con muchos temas, así que si no quieres que sea grosera, no preguntes …