¿Está todo inventado en las series de comedia? Esto se tuvo que preguntar Dan Harmon antes de dar forma a ‘Community’ el último éxito de NBC, que le tiene más que cogida la medida al formato de las sitcoms. Meter a un grupo de estrafalarios estudiantes en una universidad más desarraigada que ellos podría parecer un piloto difícil de vender hoy en día, sin embargo, esta serie planificada inicialmente para Facebook, ha sabido ganarse una audiencia y una crítica positivamente merecidas.
No se aleja en absoluto de los clichés más habituales tanto en las telecomedias de amigos, como en las univeritadas americanas, sin embargo sabe combinar ese cóctel de manera inteligente, absurda, desproporcionadamente estrambótica. Sírvanse de muestra, dos botones: el capítulo de la batalla de paintball en el campus o el surrealista tejido de sábanas y colchas que conformó una kilométrica red de túneles en otro mítico episodio son ejemplos de cómo se puede dar la vuelta al típico estilo yanqui de comedia gamberra.
Tremendamente dependiente de la cultura popular (especialmente de la ochentera), tiene dos méritos notorios. Recuperar a un estupendo Chevy Chase que ejerce de secundario cómico con sobresaliente resultado. El otro es haber exprimido con éxito una suculenta ración de chistes fáciles con estudiadas genialidades de guión, para hacer de la fórmula algo que no canse y no se repita.
La pandilla es todo un poema. La guapa, la pija, la madraza, el capitán del equipo de fútbol, un histriónico aspirante palestino a director de cine, un rector esperpéntico, un profesor asiático de español (que en realidad no es profesor) y un experto en psicología que debería someterse él mismo a terapia.
Todos ellos rodean a Jeff Winger (Joel McHale), que ejerce de prota y le aporta todos los tópicos obvios, pero también necesarios. No desmerece al resto pero su papel principal se desluce ante el de algunos de sus compañeros, como el mencionado Pierce Hawthorne (Chase), el Decano Pelton, gemelo de Moby (Jim Rash) pero sobre todo, Abed Nadir (Danny Pudi), una especie de alienígena social, inteligente pero inadaptado a la vida real que no esté filmada y emitida, en 35 mm. o en televisión.
La serie crece y se dimensiona a medida que conocemos un poco más a los personajes, mejoran los chistes, se elaboran más los guiones y consigue enganchar con un humor sencillo, pero no chabano (esto no es ‘Fuga de cerebros’, señores).
Merecen mención especial los finales, ad creditum (porqué haría tantas pellas en latín), en los que algunos personajes (generalmente Troy y Abed) descerrajan algún símbolo cultural o televisivo con un afinado estilo (más sutil incluso que el del capítulo en sí).
No perdérsela muchachos, que lo mismo se acaba.