Revista Cultura y Ocio

Si por lo inmanente entendemos la existencia inmediatamen...

Por Daniel Vicente Carrillo

Si por lo inmanente entendemos la existencia inmediatamente perceptible, tal será una fracción infinitesimal de la realidad. Sólo el presente es inmanente, y no es más que el límite siempre cambiante entre lo que ya no existe y lo que todavía no existe. Asimismo, todo lo percibido está mediado por el pensamiento, y todo lo existente lo está por el espacio y el tiempo, que a su vez lo están por el número.
A la vista de lo anterior, es falso que la realidad sea inmanente. Cabría, además, preguntarse: ¿inmanente a qué? Pues, si la realidad lo es todo y tiene partes, es inmanente a cada una de sus partes y al mismo tiempo las trasciende, dado que sólo ella no está unida a nada distinto a sí misma. Y si la realidad lo es todo y no tiene partes, sólo es inmanente a sí misma, lo que resulta por completo trivial, habida cuenta que cualquier cosa es inmanente a su propio ser en virtud del principio de no contradicción.
Por ello parece plausible suponer que el materialista no entiende lo que dice cuando afirma la inmanencia de la realidad frente a la trascendencia de lo irreal. La realidad concebida como divisible conduce de forma inevitable a la trascendencia del todo, el cual tendrá una propiedad no sólo diversa, sino opuesta a la de sus partes, a saber, el ser absoluta o no estar necesariamente unida a nada distinto de sí. Por el contrario, la realidad concebida como indivisible tendría una propiedad trivial, la autoinmanencia, de la que no podría inferirse ningún predicado, y no lo sería todo, toda vez que los números, que son divisibles, no serían reales.

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