A pesar de ello, Menéndez Pidal, director de la RAE durante la época franquista, se negó a retirarlo: "Déjenlo ustedes ahí, que si quitamos a Cervantes, seguramente tengo que poner a Franco"
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El salón de actos de la RAE, Real Academia Española de la Lengua, está presidido por dos retratos: el del su fundador, Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena, que ocupó el sillón A (mayúscula) de 1713 a 1725; y el de Miguel de Cervantes, por razones obvias.
Este segundo retrato, el de Cervantes, es el que nos intreresa.
Se trata de un retrato al óleo
En la parte superior hay una inscripción: "D. Miguel de Cervantes Saavedra".
En la inferior la firma del autor: "Juan de Jáurigui. Pinxit. año 1600".
El cuadro apareció en Oviedo en 1910. Y su aparición causó bastante revuelo en los círculos académicos, aparte de por su valor pictórico, porque por fin se iba a conocer el aspecto físico del autor del Quijote, bastante esquivo hasta la fecha, y del que se solo se concoen alguos detalles que aporta el propio Cervantes en el prólogo al lector de sus Novelas Ejemplares:
«Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro; los bigotes grandes, la boca pequeña; los dientes, ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño; el color vivo, antes blanco que moreno; algo cargado de espaldas y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso a imitación del de César Caporal Perusino y otras obras que andan por ahí descarriadas y quizá sin el nombre de su dueño, llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo; herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlos V, de feliz memoria»
En el primer párrafo de este prólogo, Cervantes en persona parece conferir autenticidad al cuadro:
…como es uso y costumbre, grabarme y esculpirme en la primera hoja deste libro, pues le diera mi retrato el famoso don Juan de Jáurigui, y con esto quedara mi ambición satisfecha, y el deseo de algunos que querrían saber qué rostro y talle tiene quien se atreve a salir con tantas invenciones en la plaza del mundo, a los ojos de las gentes, poniendo debajo del retrato:
Pero lo cierto es que es cuadro es falso. El cuadro en cuestión habría sido pintado en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo, tomando como modelo la descripción arriba transcrita y el nombre del pintor citado.
El retrato llegó a la Acedemia en 1911 donado por José Albiol, profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo, que lo entregó asegurando su autenticidad. Y el revuelo fue sonado.
Sin embargo hay dos detalles que llaman la atención: Cervantes nunca ponía la palabra "Don" en su nombre; y el pintor, que sí existió, tendría dieciséis años en 1600.
En 1948, Enrique Lafuente Ferrari zanjó la cuestión en su estudio "La novela ejemplar de los retratos de Cervantes", en el que aportaba la demostración técnica de la falsedad de la obra.El tal Albiol era experto restaurador y consiguió embaucar a los académicos.
A pesar de ello, el cuadro siguió manteniendo su lugar preferente:
Pues bien; Ramón Menéndez Pidal, además de ser -seguramente por ello- uno de los más grandes filólogos y medievalistas españoles y miembro de la Generación del 98, fue nombrado director de RAE en 1925, institución de la que formaba parte desde 1901.
En 1939 cesó en su cargo de director de la RAE por desacuerdos con el régimen franquista sobre algunas decisiones del régimen respecto a algunos miembros de la Academia. Se exilió durante unos años, y en 1947, cuando el régimen se ablandó respecto a algunos intelectuales disidentes, volvió a ser nombrado director de la Academia, cargo que ostentó hasta su muerte en 1968.
En esos años consiguió que los sillones de los académicos exiliados permanecieran sin cubrir hasta que murieran:
"el gobierno de Franco ordenó que se sacasen a concurso las plazas de los académicos republicanos exiliados. La Academia se dio por «enterada» de la orden pero la desobedeció".Y eran varios: Niceto Alcalá-Zamora, Tomás Navarro Tomás y Salvador de Madariaga.
Pero volvamos al retrato de Cervantes. Una vez probada la falsedad de la obra, muchos académicos le preguntaban a Ramón Menéndez Pidal, durante su etapa de presidente de la RAE, por qué no retiraban el cuadro, dada su dudosa calidad y su probada falsedad.
Menéndez Pidal respondía:
"Déjenlo ustedes ahí, que si quitamos a Cervantes, seguramente tengo que poner a Franco".La difusión de la frase se atribuye a Pío Baroja.
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• RAE: Sillón A.
• Portal dedicado a Miguel de Cervantes en la Biblioteca Virtual Cervantes.
• Retratos de Cervantes.
• Enrique Lafuente Ferrari; La novela ejemplar de los retratos de Cervantes (Madrid, 1948)
• Ramón Menéndez Pidal en wikipedia.
• La RAE guardó las plazas de académicos exiliados.
• Sebastián Moreno; La Academia se divierte. La esfera de los libros. Madrid 2012