Revista Cultura y Ocio

Si retas al destino, éste te demostrará que te tiene en sus manos...

Por Luciadevicente
Si retas al destino, éste te demostrará que te tiene en sus manos...Ya han pasado cuatro años y aún recuerdo, sin poder evitar una sonrisa, la primera vez que me invitaron a La Lobera. Por aquellos entonces aún no tenía nombre esa reunión, ahora de sobra conocida en el mundillo de la romántica; un chat en el que se reunían una serie de amigas con una afición común y que, casi si darse cuenta, fueron haciendo de su hobbie una profesión.   La primera en dar aquel paso fue Raquel Barco, más conocida como Jezz Burning quien, gracias a su buena pluma literaria y a un golpe del destino, se convirtió en la primera autora de novela romántica española que publicara una de sus novelas al ganar un concurso literario internacional. Os hablo de la primera entrega de la serie Licos, Al llegar la noche, que había ganado el Primer Premio Terciopelo de Novela Romántica.    Pero después, la suerte y el buen hacer fue llamando a la puerta de muchas de las contertulianas. Dos de las asistentes de aquel “bar virtual” en el que todas terminábamos la jornada se convirtieron en traductoras oficiales de varios sellos editoriales —María José Losada y Nieves Calvino—; otras, muchas de ellas hoy autoras Olivia Ardey, Rosana Briel, Pilar Cabero, etc., fueron desapareciendo de las citas nocturnas a medida que el trabajo les impedía robar tiempo para las risas, ya que habían empezado a publicar también sus novelas.   Pero no todas las asistentes de La Lobera —título que acuñamos más tarde al ser Jezz Burning la “cierrabares” del local y en honor a sus licos— eran profesionales de las letras en mayor o menor medida. También había lectoras, administradoras de páginas webs y seguidoras anónimas de este género literario que tanto nos une a todas: la Romántica.    Entre ellas, yo misma que, al cabo de algunos meses, ya era asidua de aquella cita nocturna en la que tenía la oportunidad de resarcirme de la tensión diaria y aullar mis neuras a la luz de la luna en inigualable compañía.    Poco sabían entonces todas las demás de mi vida, aparte de que era periodista y trabajaba para algunos medios de comunicación. Sin embargo, un buen día se me ocurrió decir que yo también escribía relatos e historias de ficción. ¡Y en qué hora! Pero lo peor fue que una noche, en un arranque de locura, se me ocurrió pasar algo de lo que tenía escrito a un par de concurrentes. Ahí empezó el machaque al que me he visto sometida por unas cuantas durante más tiempo y más saña de los que quiero recordar. Afortunadamente tengo unas buenas espaldas, capaces de aguantar con férrea fuerza de voluntad cualquier presión y no se lo puse nada fácil.   Pero entre tanto, yo también fui una de ésas que pasaron de ser simples aficionadas de la Romántica a convertirse en profesionales de ella. En mi caso, no gracias a lo que escribía, sino a lo que destrozaba, porque sin darme cuenta me había convertido en correctora oficial y, algún tiempo después, en directora editorial de un sello romántico: la colección Letra eNe, de éride ediciones.   Sin embargo eso no impidió que siguiera escribiendo en privado. No pude evitarlo, mi profesión de periodista había sido aparcada para dedicarme a otros menesteres y cada vez me era más difícil acallar mi necesidad de contar historias ajenas, así que las inventaba y plasmaba en folios y folios que nunca verían la luz pública. Al menos ésa era mi intención hasta que, varios reveses del destino y la insistencia de unas cuantas lobeznas con más determinación que sentido común, me convencieron para que uno de aquellos proyectos privados pasara a ser del dominio público. Como suponéis, me refiero a Cuando pase la tormenta.   Y os cuento todo esto porque recuerdo que Jezz Burning —para mí Ra, simple apócope de su nombre propio— me prometió una de aquellas primeras noches de aullidos sin sentido: “No te resistas, algún día publicarás. Y ese día, ahí estaré yo para presentar tu novela”. Yo me comprometí, amparándome en la seguridad de que eso nunca iba a ocurrir, a que si lo hacía ella sería mi presentadora.   Pues bien, amigos, contra todo pronóstico ese día ha llegado y, el pasado viernes 25 de noviembre, la loba madre, acompañada de toda su manada, presentaba mi primera novela publicada en la FNAC de La Maquinista de Barcelona. ¡Alucinante!   Y aunque para mí Jezz Burning no es una autora consagrada, sino una querida amiga con la que comparto alegrías y tristezas, no por eso deja de ser alguien con un peso específico dentro del mundo de la romántica española. Y yo, a quien apenas me conocen cuatro, me he visto honrada con su madrinazgo. ¡Vivir para ver!   La experiencia fue maravillosa. Raquel/Jezz —como dice mi hijo— me dedicó unas sentidas palabras que me llegaron a lo más hondo y que me costará tiempo asimilar y, por supuesto, olvidar. No voy a explayarme en esto, mejor lo veis vosotros mismos, porque su marido hizo un vídeo inmortalizador del evento.

Si retas al destino, éste te demostrará que te tiene en sus manos...

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   Pero claro, esto no acaba aquí. Lo peor aún estaba por llegar ya que Jezz, que se preocupó de buscarme el local y el sitio donde presentar Cuando pase la tormenta en su ciudad, tuvo el sinsentido de decirme que al día siguiente tenía que presentarle yo a ella. ¡Y eso sí que ha sido una responsabilidad!   No se trataba de presentarle una cualquiera de sus novelas, no; tenía que dar a conocer su último trabajo, Sucumbir a la noche, que viene a ser el broche de oro de toda su saga Licos. Yo, una autora en ciernes, presentando a la precursora española, ¡este mundo está lleno de despropósitos!   Pero bueno, no podía negar eso a mi amiga, así que el sábado, en el mismo lugar donde ella me presentó a mí la tarde anterior, solté una eterna parrafada intentando transmitir las bondades de su trabajo. Aquí os paso el enlace al vídeo de la presentación para que podáis ver de primera mano mis nervios y, de paso, si alguno aún no lo ha hecho —que lo dudo—, tenga la oportunidad de entrar en el mundo Lico.   Aprovecho la ocasión para, desde aquí, dar las gracias a Raquel Paredes, responsable de comunicación de la FNAC de La Maquinista, por poner a mi disposición un espacio inigualable y tomarse el esfuerzo de posicionar mi libro con el mismo interés y entrega que si se tratara de un astro de las letras españolas.

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