- Estoy preocupada, pero cuento con tu demostrada lealtad. ¿Sigo sin tener el amor de mis súbditos?
- Amadísima reina, no soy quien para engañaros. Os lo debo todo desde que me rescatasteis de aquel tugurio donde redactaba infames pasquines en favor de los intereses de mi amo.
- Aprendí la lección al convertiros en uno de mis más cercanos consejeros sabiéndote artífice de aquellos libelos. A vuestro viejo amo le gusta manejar el reino como si fuésemos sus desmadejadas marionetas. Mi antecesor, al negarse a seguir sus directrices, tuvo que soportar toda clase de bellaquerías y patrañas. No perduró su gobierno, pero yo en vez de enfrentarme a tu poderoso patrón, le he ofrecido innumerables regalías.
- Pase lo que pase, contáis siempre con mi lealtad, majestad.
- Una lealtad limitada al poder que pueda ofrecerte. Contestad a mi pregunta ¿por qué a pesar de lo que hacemos no cuento con la simpatía de mi pueblo?
- Tal como acordamos vuestro retrato está colocado en las calles y avenidas principales a pie de cada obra y los dioses bien saben que la ciudad está tan agujereada como un queso comido por los ratones.
- El consejero dice que está muy orgulloso con ellas y que pronto nuestra capital no tendrá parangón por su belleza y modernidad con las de los reinos vecinos.
- Vuestro consejero de obras gusta de deciros lo que os apetecería oír. Sus argumentos son los del viejo rey, aquel que supuestamente engrandeció el reino con sus construcciones faraónicas, pero que en realidad lo entregó al saqueo de los suyos. Aún pagamos sus derroches.
- ¿Debo temer que se me rebele?
- No corréis peligro, es un perfecto desconocido, no tiene carisma como el viejo monarca. Además al populacho ya no le satisfacen tanta obra y tanto cambio.
- ¿Por qué? No logro entenderlo. Antes cada novedad era un regalo que los súbditos aceptaban alborozados.
- Quizás se han hartado de novedades que solo satisfacen en los papeles y luego al levantarlas se convierten en algo molesto y ruidoso que hay que soportar estoicamente. Al final no ofrecen lo que prometían y solo dan completa satisfacción a los que se lucran con ellas.
- ¿Qué tengo que hacer pues para que me conozcan y aprecien? La abadesa del Convento de la Santa Cancelación, gran amiga y consejera, me ha dicho que quizás me faltan visibilidad y empoderamiento. ¿Quiere decir que debo ser más agresiva?
- Vuestra amiga la abadesa suelta muchos latinajos de moda, aunque empoderarse no es malo. Si os empoderáis, puede que no se apoderen de vuestra voluntad.
- Sé qué pensáis en el consejero mayor. No es persona de vuestro agrado
- El consejero mayor es más peligroso que vuestros adversarios. Siendo ruin y taimado, ni siquiera le mueve la codicia, solo el poder que pueda rebañar. La clase de poder que veía reflejado en mi antiguo amo. Son de la misma ralea.
- No me estáis ofreciendo soluciones, consejero de pesquisas, chismes y patrañas.
- Imponeos, majestad. Haced que la gente os veo como alguien que brilla entre los que le rodean. Siendo mujer lo tenéis más complicado.
- Los tiempos han cambiado.
- Eso es pura apariencia, aún se cree que los de vuestro sexo necesitan que les allanen el camino. Muchos de los que os apoyan, lo hacen porque os minusvaloran.
- Exageráis, consejero.
- Créame, majestad, si queréis tener éxito entre vuestros súbditos, debéis de ser soberbia, alejada, distante. Si además proyectáis fuerza y seguridad os convertiréis en leyenda.
- ¿Solo me das una solución caudillista?
- La reina anciana de la pérfida Albión no es caudillista.
- Ya, pero lo que me ofreces no va con mi naturaleza. ¿No conoces otra solución?
- No sé si os gustará mi segunda propuesta. Podéis haceros la ignorante, la idiota, la cabra loca que se hace famosa por sus estupideces y sinsentidos de los que muchos se reirán, pero a otros les hará pensar que su majestad es adorable y cercana. Si encima colocáis unas hermosas luces navideñas, seréis irresistible para el rebaño. Ser baboso, acerca a muchos devotos.
Revista Insólito
La pequeña reina quiere ser grande y consulta a Shondeo, su consejero de pesquisas, chismes y patrañas.