Revista Educación

Sí se puede dejar de ser hipocondriaco

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Sí se puede dejar de ser hipocondriaco

Es bastante probable que la pandemia haya tenido en algunos un efecto colateral que genera mucho sufrimiento mental: la hipocondría. No me refiero a esa angustia que nos puede entrar porque nos hemos levantado con un cosquilleo en la nariz, algo de tos y dolor de cabeza. Es normal que vivamos con la sombra de la covid19 sentada a nuestro lado, dadas las circunstancias y el bombardeo informativo. De lo que yo hablo es de una enfermedad que se desarrolla por un miedo exagerado a padecer patologías graves y que se aprovecha de una apreciación poco real de nuestras sensaciones corporales, para convertirnos en víctimas de la ansiedad.

Sí se puede dejar de ser hipocondriaco
Ilustración ©macrovector/Freepik.

Hace unos días me encontré con un reportaje cuyo titular preguntaba: ¿Puedo dejar de ser hipocondríaco? en el portal 20 Minutos. Odio estas apelaciones al lector, porque entiendo que lo que se busca en una información son respuestas, no preguntas demasiado parecidas al marketing de autoayuda. En todo caso, mi respuesta es un SÍ rotundo, sin fisuras. Y lo digo con conocimiento de causa porque hace unos años, cuando la covid19 era un guion de una película apocalíptica que nadie compraba, me convertí en el terror de mi familia y mi médico de cabecera, a los que perseguía con síntomas de infarto, cáncer, muerte súbita y enfermedades respiratorias varias. Mi trabajo, por cosas del demonio, estaba relacionado con la salud y, mientras leía la lista de síntomas de enfermedades raras de las últimas investigaciones científicas, yo comenzaba a sentir cada uno de ellos en el tiempo en el que subía al piso de arriba, a entregar un informe. Luego, el ritmo habitual del corazón se convirtió en un bombardeo y se presentó mi amiga más fiel: la ansiedad, esa que juraba no abandonarme nunca. Con este panorama puedo y debo decirles, a quienes se encuentren en estos momentos pasando este infierno, que la hipocondría no tiene por qué convertirse en una hermana siamesa imposible de separar. No se quedará para siempre, ni configura nuestro carácter. En realidad, y vuelvo al titular de la noticia, no está bien decir que somos hipocondríacos, sufrimos esa enfermedad, pero no nos define. Se pasa. Se los prometo. Pero es fundamental reconocer el problema y acudir a un especialista que nos muestre el inicio del camino a la curación. Pidan ayuda y comiencen ese viaje, acompañados por los que saben y por los que los quieren, que es duro en determinadas cuestas, pero que está cargado de instantes felices, en los que descubres que tu mente también necesita unas tiritas para sus heridas y un mimito de vez en cuando.


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