No sé de qué forma voy a explicarles lo que nos está pasando a los españoles, pero si sé que lo haré con los ojos cerrados puesto que por alguna extraña razón, los de aquí cada vez dormimos menos, algo que a la larga, puede tener en la salud consecuencias bastante negativas. Al parecer y según datos del experto en medicina del sueño, Gonzalo Pin, cada quince días se pierde una noche entera de sueño y si hacemos una comparativa con lo que se dormía de media hace un siglo, estamos durmiendo 20 minutos menos al día.
Yo recuerdo que hace un siglo dormía mucho más, e incluso más tranquilo puesto que no teníamos tanto estrés, vida sedentaria o un sinfín de aparatos electrónicos en casa que alteran secretamente nuestro descanso. Según Pin, al que a partir de ahora llamaré 1234, que es el Pin que siempre viene por defecto, este problema lo sufren tanto los bebes, como aquellos que ya han llegado a la jubilación. Y si los osos negros pertenecientes a la zona de Alaska pueden hibernar de cinco a siete meses para afrontar con energía el resto del año, nosotros por el contrario, dormimos cada vez menos y aumentamos nuestro ritmo de vida.
Pero sí es cierto lo que argumenta Gonzalo 1234, que cada 15 días perdemos una noche de sueño, dentro de diez años habremos perdido 240 noches por lo que si el resultado de la ecuación se sigue incrementando, al final de nuestros días estaremos en números negativos y le deberemos a la vida días de vigilia. A lo que yo me pregunto pues, ¿qué fue del mito aquel por el cual, tras noches y noches de fiesta, todos decíamos que lo único que nos faltaba era recuperar el sueño perdido? Al parecer, todo lo que se fue, nunca volverá.
Y es cierto que cada vez dormimos menos ya que mi primo Lisandro, lleva desde 1916 sin conciliar el sueño. El trabajo que tiene en la fábrica de muñecas colocándole a las ‘Nancis Remolonas’ los botones que hacen de ojos es tan estresante, que tras su jornada de veinte horas, provoca que cuando llega a casa lo menos que pueda hacer sea ‘pegar ojo’. De todas formas Lisandro está acostumbrado puesto que nació despierto, pero aquellos que nacimos con los ojitos cerrados, esta nueva tendencia del no-sueño, no nos ayuda mucho.
Así que a partir de la próxima semana me iré a vivir a una cueva a Alaska e hibernaré durante cinco o siete meses con los osos negros para afrontar el resto del año en condiciones y aunque allí no tenga estrés, ni aparatos electrónicos que alteren mi sueño creo que no me costará acostumbrarme puesto de toda la vida mi madre me ha dicho que mi cuarto parece una ‘osera’. Aunque la cuestión en sí será dormir, porque en definitiva los sueños, sueños son…
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…