El problema de dejar pasar mucho tiempo entre que lees un libro y luego escribes sobre él es que puedes olvidar la mitad de las conclusiones y yo me he dejado unos cuantos en el tintero. En mayo leí “Si supieras que nunca he estado en Londres volverías de Tokio” de María Sirvent. Para mí el título lo que realmente significa es: que si me conocieras realmente, si yo fuera capaz de transmitirte esa parte de mi ser de la que no soy consciente del todo, entonces no me dejarías nunca. A veces, se tiene la certeza de que es así y son los vehículos los que fallan, dices blanco cuando quieres decir negro y callas cuando deberías hablar y en el fondo todo son inseguridades.
La historia puede parecer simple: mujer desmotivada en el ámbito laboral, que se pasa las horas escribiendo emails, que nunca envía, a un ex al que, evidentemente, no ha olvidado. Hay quien me dijo que no es creíble desde el principio; que si tú escribes un mensaje a alguien lo envías, que lo otro es una pérdida de tiempo. Y ahí estamos de acuerdo, es lo que dice el sentido común, pero ya sabemos que es el menos común de los sentidos, y yo personalmente he escrito mensajes que nunca he llegado a enviar. La mayoría de veces por inseguridad, por miedo o por otras razones, quizá no debería pensar tanto, no lo sé.