La cruzada de los altos ejecutivos contra la “holgazanería” supuestamente generalizada entre los empleados que se dicen “quemados” o “explotados” por todo el tiempo y esfuerzo que dedican a su empresa, sigue su curso. El primero en dar un paso al frente fue el magnate norteamericano Jack Welch, CEO durante más de dos décadas de General Electric. En unas declaraciones al diario The Wall Street Journal, aseguró que no tenía nada en contra de los empleados que se negaban a trabajar más horas del tope legal marcado por la ley o que pretendía conciliar la vida profesional con la familiar. Sin embargo, lanzaba la advertencia de que “este tipo de gente nunca va a promocionar en su carrera ni ascender en la empresa”.
Después de que Welch abriese el melón de la conciliación laboral, una aspiración incuestionable e incluso aplaudida hasta aquel momento, una retahíla de CEO se adhirió a sus revisionistas teorías. Poco a poco fueron elevando el tono de sus críticas contra las aspiraciones familiares de los trabajadores, hasta llegar al punto decalificar de “inútiles” y “vagas” a las personas que se quejaban por sus horarios. “Si alguien dice estar agotado por trabajar 70 horas a la semana significa que no es lo suficientemente competente como para realizar las tareas que le han sido asignadas, por lo que se contrató a la persona equivocada”, criticaba recientemente el columnista y coach en negocios Marty Nemko.
Ivan Glasenberg, CEO de la multinacional de trading Glencore Xstrata, ha sido el último magnate en sumarse al debate con una amenaza sin demasiados precedentes: “Aquellos que comienzan a centrarse más en la familia y en sus aficiones que en el trabajo serán reemplazados por aquellos que no lo hacen”. El denominador común de estos discursos empresariales es que el éxito solo se puede conseguir mediante el esfuerzo y la dedicación prioritaria al trabajo, por encima de los demás aspectos vitales.
Las teorías laborales revisionistas, cada vez más presentes
“No conozco a nadie que haya triunfado en la vida, sin importar el sector profesional al que pertenezca, quejándose por las horas que dedica a su trabajo o sintiéndose a disgusto con éste. Por ejemplo, los mejores cardiólogos atienden a sus pacientes en horario de noche y los fines de semana, en lugar de jugar al Monopoly con sus hijos”, aseguraba Nemko en unas declaraciones al diario de información económica Business Insider. “El concepto de conciliación laboral está sobrevalorado y se ha viciado su significado”, remataba el experto en negocios.Aquellos que comiencen a centrarse más en la familia y en sus aficiones que en el trabajo serán reemplazados
La respuesta sindical ante lo que se considera un “ataque” contra los derechos laborales adquiridos por los trabajadores no se ha hecho esperar. Casi al unísono, las principales centrales de trabajadores estadounidenses calificaron estos discursos como reaccionarios, machistas, irracionales y promotores del neoesclavismo. Sin embargo, no han conseguido cerrar el debate, que cada vez se hace más visible entre la sociedad norteamericana. Más aún, en un contexto marcado por la incertidumbre laboral y la escasez de empleo, en el que la necesidad de supervivencia deja en un segundo plano los derechos laborales y buena parte de las aspiraciones vitales más básicas, como formar una familia.
Lo que antes eran derechos, ahora son “excusas”
Para los CEO que han liderado la apertura de este debate en EEUU, los sindicalistas no hacen más que defender la conciliación laboral para trabajar lo mínimo posible. “Los defensores de la conciliación no lo hacen porque trabajen en exceso, sino paragenerar una cortina de humo, políticamente correcta, que esconda su holgazanería”, criticaba Nemko en las páginas de Business Insider.
El debate sigue abierto y a medida que el acceso al mundo laboral se vuelve más complejo, sobre todo para los jóvenes y parados de larga duración, los riesgos de aumentar la precariedad se harán más evidentes. Lo que antes eran derechos ahora se empiezan a convertir en “excusas” y, según defienden estos CEO, “si uno se siente torturado en el trabajo, quizá es que se haya equivocado de empleo”.
elconfidencial.com