A sus 77 años mantiene el tipo atlético, pero la dureza de su expresión, su feroz mirada juvenil, casi ha desaparecido. Lo que conserva intacto es el sentido del deber, tan estricto que parece de otra época. Experto en lenguas germánicas, ha dado clases de español en EEUU y Japón; ha estudiado, entre otros idiomas, suajili y chino, y ahora anda ocupado con el turco. También pinta, centenares de cuadros que atiborran su vivienda de Barcelona, cuyo interior parece que se congeló hace 40 años.
-¿Recuerda su primera donación?
-Fue al jubilarme, hace 17 años. Había invertido unos ahorros en unos bonos de Telefónica y me encontré con cuarenta y pico millones de pesetas (240.00 euros) en mi cuenta. Lo di todo a Unicef. Desde entonces, cuando voy al banco y veo que he ahorrado uno o dos millones, los doy.
-¿Por qué lo hace?
-La pregunta sería: ¿por qué no lo hacen los demás? Si no lo hace la gente que se siente afectada por los problemas, mal iremos.
(Seguir leyendo la entrevista completa en El Periódico.com)
Compartir