Son estas páginas pianísticas las que vinculan a Sibelius con una atmósfera cercana al impresionismo francés. También rondan los espíritus de Grieg, Schumann o Chaikovsky pero, si la palabra “impresionismo” no existiera, sería preciso acuñarla para calificar varias de estas piezas breves, donde el poder de evocación que caracteriza al finés se amolda a las posibilidades del instrumento.
Recordemos que no era el piano el favorito de Sibelius, sino el violín, pero eso no impide las armonías difuminadas, la inventiva rítmica, la generación de motivos a partir de breves figuras melódicas, el equilibrio entre imaginación poética y rigor lógico, en fin, todo aquello que perfila al maestro nórdico. Con frecuencia, el compositor escribió piezas pianísticas para sostener a su familia; ello, sin embargo, no rebajó su calidad, y en más de una ocasión Sibelius manifestó la fe que depositaba en esta parcela de su producción.
En las páginas del presente álbum destacan dos colecciones denominadas a partir de árboles o flores de su Finlandia querida; es en ellas donde aquel “impresionismo” evocador queda más patente. El piano, convertido en paleta de colores, desmenuza su sonido para revivir casi las fragancias, casi el viento que mece, casi la luz oblicua que tiñe y destiñe las campánulas, los alerces, los pinos de ese remoto confín del mundo.
Disfruten esta música para piano de Jean Sibelius, interpretada por Erik T. Tawaststjerna
CD