Revista Cine
Director: Denis Villeneuve
Que Villeneuve es uno de los grandes directores del actual panorama cinematográfico es algo innegable, y ahí tienen una filmografía, a grandes rasgos, impecable. De ella, mis favoritas son "Polytechnique", "Enemy" y la curiosa "Un 32 aou sur terre", grupo al que se suma de inmediato "Sicario", a la luz de esta incompleta pero algo más informada retrospectiva 2015, una de las mejores películas del año pasado. Para éste habrá que ver cómo será "Story of your life", una propuesta de ciencia ficción con Amy Adams y Jeremy Renner, y para el otro, la ya anunciada y expectante secuela de "Blade Runner", que hace poco confirmó a Ryan Gosling como protagonista. De Villeneuve siempre esperamos grandes cosas, y tal como se ha dicho en las líneas anteriores, "Sicario" no es la excepción.
Emily Blunt es una agente del SWAT del FBI que se une voluntariamente a una elusiva pero peligrosa misión para derrocar a uno de los grandes capos del narcotráfico. Los métodos, eso sí, están lejos de lo que la protagonista espera de unos agentes de la ley, y pronto ella misma comenzará a cuestionarse los valores sobre los que se ha regido tanto tiempo.
"Sicario" no es un thriller al uso, eso está claro si conocemos a Villeneuve, un realizador valiente y único como pocos en los medios por los que ha transitado estos últimos años; no obstante, la película tiene lo mejor de los mejores thrillers que se puedan encontrar en un país sobresaturado de thrillers: una cuidada trama que, discursivamente, nos adentra de manera pausada pero segura en las sangrientas entrañas de esta tierra de nadie que es la frontera entre México y Estados Unidos (y más allá de ese crítico enclave, yo diría: el alcance metafórico y filosófico de la trama es innegable), por lo demás haciendo uso de interesantes y muy bien aplicados giros y revelaciones informativas (que no dejan de aportar más y más discurso al conjunto), entramado argumental que Villeneuve aprovecha a la perfección para dotar a este desolador viaje a la oscuridad interior de un país con un ritmo tan trepidante y frenético como inquietamente sereno y parsimonioso, además de darle a la imagen un tempo, una atmósfera, asfixiantemente nihilista y asfixiantemente tensa en tanto ejecución formal (esa extracción de Juárez a El Paso es infartante, ¡y recién se ubica en el primer tramo del relato!). Pero como "Sicario" no es un thriller del montón, Villeneuve se ahorra los vicios y fallos más despreciables que los buenos pero muchas veces impersonales thrillers presentan de todas formas, a saber: la acción descerebrada y la violencia por las puras (acá, más que acción propiamente tal, son secuencias de amplio movimiento rodadas con pulso firme y un sentido del tiempo y el espacio encomiables, cualidades mucho más útiles y memorables que las ensordecedoras explosiones e imágenes ininteligibles); la moralina barata propia del estadounidense más iluso y engañado (a Emily Blunt le dicen que en un inicio nada le hará sentido a sus "oídos estadounidenses", claro como el agua) que desemboca en sonrojantes lugares comunes que fuerzan al relato hacia pérfidos derroteros; y la cobardía que hace de la corrección política la flamante triunfadora de toda intriga moral, con sus previsibles finales y vendidos enunciados sustanciales. "Sicario" es el típico thriller en que una idealista protagonista se ve inmersa en un mundo (en este caso, el de la guerra contra el narcotráfico o, de manera más general, la lucha contra el crimen) violento y muy distinto a lo que ella se imagina, especialmente en lo respectivo al seguimiento de protocolos y, más importante, a la aplicación moral de sus tan preciadas leyes. Pero "Sicario" no es el típico thriller descrito porque, terrible decirlo, nada cambia, todo permanece igual: su gran cualidad es ese brutal nihilismo que mueve los hilos de unos personajes en su mayoría abatidos por fuerzas mayores: "Sicario" expone y desnuda con cruda y cruel precisión la aceptación del caos y la violencia, aquella que transforma a cada ciudadano, inocente o no, en un soldado en medio del campo de batalla. Y sabemos que la muerte de un soldado en guerra no es sorpresa, apenas un mero cambio en la estrategia global. Con la guerra no se puede acabar, pero sí podemos borrar del mapa la mayor cantidad de enemigos y de la manera que sea, pues en guerra todo vale. El último golpe lo da el tremendo personaje de Benicio del Toro (quien merecía, maldita sea, una puta nominación como mejor actor de reparto), cuya lapidaria sentencia acaba por despertar a la adormilada Emily Blunt: "Deberías mudarte a un pueblo pequeño, un lugar donde el poder de la Ley (the rule of law, en su original) aún exista. No sobrevivirás acá. -¡se viene lo bueno, y nos movemos al inglés!- You are not a wolf, and this is a land of wolves now".
Y por si fuera poco, Benicio del Toro también se manda una de las escenas más brutales que se han visto en el último tiempo, lo que termina por confirmar la valentía, no sólo discursiva, de Denis Villeneuve. No quiero irme sin elogiar la labor de Josh Brolin, que me ha gustado un montón con su implacable pero relajado y desenfadado personaje. Y cómo me encanta ver sufrir al hijo de puta de Shane (de "The walking dead").
En fin, no se pierdan "Sicario", de lo contrario no se los perdonaré...