La biografía, la identidad, el origen y las hazañas de este espía nacionalizado británico es a día de hoy aún, un completo misterio. Él mismo se encargó de que así fuera, contando en muchas ocasiones, diversas versiones acerca de su vida para confundir a sus perseguidores. Informes de los servicios soviéticos de 1925, apuntan que su nombre al nacer fue Zigmund Markovich Rozenblum, oriundo de Odessa y nacido el 24 de marzo de 1874. Su padre era médico, mientras que su madre provenía de una familia noble empobrecida. Otras fuentes apuntan que era de origen judío y nacido en Kherson, en el Imperio Ruso, el 24 de marzo de 1873; otras fuentes afirman que era polaco de nacimiento.
Parece ser que desde bien joven comenzó sus labores como espía, ya que según informes de la policía política zarista (Okhrana), Rosenblum fue arrestado en 1892 por participar en actividades políticas al ser miembro de una organización revolucionaria llamada Amigos de la ilustración, aunque según estas mismas fuentes indicarían que era un informante de la policía ya que está documentado que tenía amigos en la Okhrana y nunca fue condenado judicialmente. Por involucrarse en asuntos políticos, dejó Rusia.
Rosenblum llegó a Londres en diciembre de 1895, proveniente de un suburbio parisino, donde había regentado un negocio que se dedicaba a la venta de medicamentos pero al parecer no duró mucho. Su llegada a Gran Bretaña se produjo casi por accidente, después de asesinar junto a un compinche polaco a dos anarquistas italianos que atesoraban una gran cantidad de dinero, originario de los fondos de una organización revolucionaria que representaban, según informaba un periódico francés de la época. Para apoderarse del dinero Rosenblum y su compañero de fechorías acabaron con sus vidas.
Sidney Reilly
A Rosenblum le gustaba la vida de los casinos, de los buenos trajes, la elegancia y la buena vida, quizás por ello sedujo a Mararet C. Thomas y en 1898 se casó con ella y que era la viuda rica de un reverendo de la iglesia anglicana. Reilly pudo estar involucrado en su muerte, ya que ansiaba su fortuna que pronto dilapidó. Debido a su precaria situación económica, se valió de su dominio de varios idiomas para ingresar en el servicio secreto británico.
En 1899 y ya como Sidney Reilly, viajó a Rusia con su mujer por un tiempo para instalarse posteriormente en Port Arthur, en Manchuria, territorio controlado por los rusos, donde poco después tuvo lugar la guerra ruso-japonesa de 1904. Mientras su mujer se quedaba en San Petersburgo, él viajó a Manchuria donde fue contratado como agente secreto para los japoneses. Allí permaneció cuatro años haciendo negocios y robando planos estratégicos de los rusos para darlos a los nipones. A partir de este momento, Reilly se convirtió en alguien muy deseadopor los servicios de inteligencia de las grandes potencias de la época, debido a su astucia, el dominio de varios idiomas y su osadía. Se le atribuyen muchas misiones, de las cuales la mayoría se duda de su veracidad como la de pasarse por sacerdote para convencer a un empresario que había adquirido derechos petroleros en Oriente Medio de que su concesión debía permanecer en manos británicas en lugar de las francesas, o de disfrazarse de operario para robar un generador eléctrico alemán de última generación, así como los planos de unas fábricas de armas de Essen.
Sea como fuere, Reilly ya era conocido como un gran agente secreto pero en 1918, tras la revolución bolchevique, fue enviado a Rusia para robar información pero el “super agente secreto” quería ir más allá, y dado que era un aférrimo anticomunista se propuso aniquilar al gobierno ruso y por ende a Lenin. Pero la operación tuvo un contratiempo importante y es que una anarquista, Fanni Kaplan atentó contra el líder de los bolcheviques, lo que desencadenó el Terror Rojo, un ataque despiadado del gobierno de Lenin contra los enemigos del régimen o sospechoso de serlo, por lo que Reilly tuvo que huir hacia Finlandia pero poco después fue detenido por una organización anticomunista falsa creada para capturar espías. El 5 de enero de 1925, y con Stalin en el poder, ordenó su ejecución.
Si bien la vida de Sidney Reilly fue apasionante, llena de misiones de un riesgo extremo y digna de un buen guión cinematográfico –de hecho Ian Fleming se inspiró en su biografía para crear a James Bond- no le quita ningún mérito el hecho de que él mismo adornara su propia historia a sus biógrafos, ya que muchos de estos pasajes no han podido ser comprobados, aún así es considerado como el mejor espía del siglo XX.