La jovialidad de la añorada normalidad
Por la mañana: hoy no será un día de mierda porque vamos a ver a Sidonie. Por la noche, a las diez en casa: hoy no ha sido un día de mierda porque lo salvó Sidonie.
Ese es el poder de la música en vivo: la ilusión, el encuentro. Descompresión, liberación, evasión. Perfectos estribillos pop. La sanación y la salvación.
De menos a más. De un inicio íntimo y acústico con 'Los coches aún no vuelan' al desparrame final de 'Estáis aquí'. Todo un viaje completo sin moverte de tu butaca.
Desparrame en el escenario, se entiende. Porque en la platea del Teatro Coliseum todo fue control, mesura, separación y buen hacer. Como en todos los poquitos conciertos pandémicos en los que he estado. Sin excepción y, en este caso, gracias a Inverfest.
Pero volvamos a nuestra liberadora evasión, con Marc Ros como magnético catalizador: " Sois los responsables de que la cultura no se muera. Qué bien estar aquí en Madrid. ¡Me encanta!"
Para cuando entramos con 'Fascinado' ya estamos 'full band' en forma de sexteto. Y cogen velocidad con 'Maravilloso', 'Costa Azul' o ese 'Gracias a la vida' de Violeta Parra que, por lo que sea, unen con 'Riders on the Storm' de los Doors. ¡Qué cosas!
No sabrán dibujar un perro (yo tampoco, es un drama cómo me salen), serán el peor grupo del mundo (eso ya según cada cual). Vale. Pero tienen una visión felina para atrapar las melodías pop invisibles que nos sobrevuelan. Sidonie hacen del 5G canción.
Hablando en serio, va. Tienen ese punto Sidonie, siempre lo diré. Hummm... Pues como de sintonía de dibujos animados de los ochenta. Porque aquello no eran canciones, eran himnos.
Hay algo en su forma jovial de afrontar la composición (y la interpretación) que les emparenta con todo aquello. Con ciertas melodías de la infancia, con la vida antes de la pandemia. Por eso son casa y son la jovialidad de la añorada normalidad. La línea temporal que la ponga cada cual.
Más estribillos sin descanso: 'Siglo XX', 'Hugo del desierto', 'Verano del amor'... 'Un día de mierda' logra que remonte Bruno Gallar, a quien le pesan los tres añitos y que salió de casa a las 08:00 para ir al cole y ya son más de las 20:00 sin pasar por casa. Pero ahí sigue el tío, todo fan de Sidonie. Menudas sesiones nos pegamos en casa. Pues esta tarde, en primera fila: viva.
Cualquiera que haya estado en uno lo sabe pero, hay que ver, qué raro es un concierto sentados y con mascarillas (que no se quita absolutamente nadie). Es rarísimo, más, si lo que están tocando desde el escenario es ese 'incendio' que tantas noches de gloria nos dio en 'carreteras infinitas'.
Es rarísimo, pero es. Que no es poco. Porque "si la música me ha salvado a mí, te puede salvar a ti". Eso canta el bajista Jess Senra mientras Marc y Axel Pi se arrodillan ante él. Este último, el batería, por cierto, se marca el discurso definitivo, conteniendo el llanto, agradeciendo a todos por estar ahí.
Axel, que no es que toque la batería. Es que cabalga, melena lacia al viento. Axel se siente a esta hora, rondando la medianoche, mucho mejor que antes de empezar el concierto. Todos los demás, nosotros y ellos, también. Definitivamente, hoy no ha sido un día de mierda. Hoy lo salvaron los jodidos Sidonie.