Siempre la recordare así adolescente y alegre

Por Martín Cruz R.

Jamás la volví a ver, ni jamás durante los tres años de Secundaria entablé una plática con ella, o formamos parte de un equipo para sacar adelante algún proyecto de Química o Física o haber experimentado con ranas en Biología, porque para mejor explicación yo era el número siete de la lista y ella por su apellido estaba muy atrás, los maestros acostumbraban basarse de forma ascendente en las listas para hacer los cuadros de trabajo.

Solo recuerdo que se sentaba casi atrás en la fila frontera con los hombres, que le gustaba el basquetbol y que socializaba más con Trinidad y Barrios, que tenía tez morena, unos ojos muy vivos detrás de unas gafas ovaladas oscuras, un pelo abundante y una sonrisa a flor de piel, le acompañaba un carácter que formaba parte activa del espíritu alegre del grupo.

Solo una vez nos dirigimos unas palabras que no tuvo la dimensión de platica, fue paradójicamente la tarde al final de la generación en una especie de fiesta fortuita, en el patio de la casa de un compañero de apellido Jasso, donde nos deseamos suerte en la vida y estampe mi nombre en su uniforme guinda de tercer año y ella su nombre en mi camisa caqui, como se suele o solía hacerse.

Como dije antes jamás la volví a ver, y solo supe por ex compañeros que era muy entregada a su familia y a Dios.

Y aunque tarde lo expreso, lo primero que acudió a mi pensamiento cuando supe de su fallecimiento, es que haberla conocido es una prueba de que Dios existe.

Y que siempre la recordaré así, porque nunca la volví a ver; ojos muy vivos detrás de unas gafas ovaladas, adolescente y alegre.

En honor a Angélica Pérez, del grupo, «A», generación 76-79, de la escuela Secundaria Francisco Nicodemo No, 1, Tampico, Tamps.