El dominio de Chris Froome (Sky) en las primeras dos semanas del Tour de France, obligó al resto de favoritos a aferrarse a las cumbres alpinas para intentar un último asalto a la general.
El vigente campeón del Tour -Vincenzo Nibali (Astana)-, el último ganador del Giro d’Italia -Alberto Contador (Tinkoff-Saxo)-, el dúo estelar del equipo español -Alejandro Valverde y Nairo Quintana (Movistar)- y la promesa del ciclismo estadounidense -Tejay Van Garderen (BMC)-, todos comparten dos características: una, eran favoritos a quedarse con la general de la ronda gala del 2015; otra, durante las primeras dos semanas de competición fueron incapaces de dar respuesta a Chris Froome y el poderoso Sky.
La primera semana irrumpió con todos los condimentos que hacen de ésta, la vuelta por etapas más destacada del calendario ciclista: el intenso duelo de los mejores rodadores contra el reloj, el imponderable del viento y la lluvia, las durezas “clásicas” del adoquinado, el barrizal y los muros, las caídas masivas en la antesala de los esprínts, y la estética contundencia coordinada de una contrarreloj por equipos con final en alto. Una lucha por sobrevivir.
Quien inauguró el liderato general fue el joven Rohan Dennis (BMC), tras la crono individual por las calles de Utrecht, marcando un tiempo que ni Fabian Cancellara (Trek) ni Tony Martin (Etixx-Quick Step) pudieron batir. No fue sorpresa porque el australiano es un especialista que venía de batir el Récord de la Hora, pero sin dudas partía más abajo en las quinielas previas.
Después el viento comenzó a incidir en los acontecimientos. El Astana de Vincenzo Nibali y el Movistar de Alejandro Valverde y Nairo Quintana fueron los principales perjudicados. Adelante, André Greipel (Lotto-Soudal) se imponía en el esprínt y Cancellara hacía podio en el último metro quitando -con picardía y sangre- el maillot amarillo a Martin -Dennis quedaba rezagado por los cortes en el pelotón-.
Poco demoró la organización del Tour en situar un final hacia arriba. El muro de Huy definió el desenlace de la tercera etapa y fue para un especialista, un Joaquim ‘Purito’ Rodríguez (Katusha) que confesaba venir a la ronda gala más por victorias de etapa que por la general -y así lo haría en nuevas oportunidades-. Aquel día, Froome fue el que se mostró más fuerte entre los favoritos a cantar victoria en los Campos Elíseos. Era la primera señal de que el resto de favoritos debería esperar a la última semana, en los Alpes, para intentar revertir la hegemonía del keniata.
Si el muro de Huy había dejado un tufillo a Ardenas, al día siguiente el pavé esbozó con grafía firme el aroma flamenco. Una etapa de 223,5 km donde el vigente campeón, Nibali, emuló la acertada y esforzada estrategia que le había reportado beneficios en 2014: atacar en cada tramo adoquinado intentando romper el lote y rezagar contrincantes. El Astana y Nibali lo consiguieron: muchos quedaron en el camino. Aquel día Martin dio el golpe final con un ataque demoledor e inapelable a 3 km de meta, para hacerse del maillot que había dejado escapar ante Cancellara.
Sólo una nueva victoria de Greipel el quinto día, antecedió el trágico desenlace que tendría para Martin la edición 2015 de la ronda gala. En una etapa con final exigente en la zona portuaria de Le Havre, en el kilómetro final su bicicleta viboreó y se fue al suelo llevándose muchos de los favoritos para la general. Martin volvió a montarse en la bicicleta y acompañado por sus compañeros cruzó meta, pero una fractura de clavícula lo obligaría a dejar la carrera.
Y al séptimo día… Froome. El de Sky rechazó vestir el maillot vacante y consolidó su liderazgo en una etapa tranquila -la primera- mientras su ex-compañero Mark Cavendish (Etixx-Quick Step) inauguraba el casillero de victorias. Al día siguiente le tocó al ciclismo francés con un sorpresivo Alexis Vuillermoz (Ag2r-La Mondiale), mientras Froome nuevamente era el más fuerte entre los favoritos. En aquella oportunidad, en el muro final de Bretaña, Nibali cedió por primera vez, descolgándose del grupo de Froome, ‘Purito’, Quintana, Contador & Co.
Por entonces, muchos podían preguntarse ¿qué mejor cierre de la primera semana del Tour con una crono-escalada por equipos? Difícilmente otro y más si la victoria se decidía por un margen ínfimo. Así fue, cuando el poderoso BMC de Tejay Van Garderen, Samu Sánchez, Rohan Dennis y Greg Van Avermaet superaron por menos de 1’’ al Sky.
A pesar de este liderazgo temprano de Froome, fueron las rampas más duras de los Pirineos las que ampliaron su dominio. En la etapa con final en La Pierre-Saint Martin no dejó títere con cabeza, imponiéndose en solitario sobre el resto de favoritos, descolgados de su rueda sin respuesta. Esto exacerbó rumores infundados sobre mil y una cuestiones relativas al uso de recursos mecánicos y/o farmacológicos para mejorar de manera ilegal su rendimiento, especialmente desde cierto sector de la prensa francesa y española. Por entonces algunos ya nos preguntábamos ¿habrían existido estos rumores sin sustrato empírico si el aludido hubiera sido un pedalista de otra bandera?
Un claro armisticio en la etapa con ápice en el Tourmalet, sirvió para conservar fuerzas y extender un día más el liderazgo de Froome. Una etapa de trazado interesante -que incluyó además el ascenso a Aspin y final en alto en Cauterets- pero que de no ser por la fuga hubiera sido soporífera. Por entonces, la idea de que había que aguardar a los Alpes era más fuerte.
La estocada final de estas presunciones llegó al día siguiente, cuando por primera vez todos los favoritos atacaron en las rampas de Plateau de Beille. Primero Contador, después Nibali y Valverde, finalmente Quintana. Nada. Froome resistió con éxito, siempre con su peculiar y poco estético pedaleo.
El escarmiento fue tal que dos etapas después, en Mende, solo el colombiano volvió a probar. Abrió hueco pero fue neutralizado por el líder del Sky. Fue el único que pudo hacerlo ya que nuevamente perdieron rueda Nibali, Contador, Valverde y Van Garderen. El esprínt final con el que Froome superó a Quintana en el falso llano final, después de las rampas más exigentes, demostraron que no quedaba otra: sólo quedaban los Alpes. Aquel día un energúmeno local lanzó un vaso de orina en la cara de Froome, gritándole “dopado”.
Tras dos semanas y visto lo visto, sobrevuela un interrogante: ¿pueden las rampas de Col d’Allos, Col du Glandon, Col de la Croix de Fer, Le Corbier o el mítico Alpe d’Huez modificar la historia? Puede que sí, siempre que los favoritos y sus gregarios tengan su mejor día, aunque es difícil. Aún nada está dicho pero el arte de las probabilidades juega, sin dudas, a favor de Froome.
Contador llega con muchos kilómetros encima -el que más, por arriba de seis mil y con victoria del Giro a cuestas- y cuando ha intentando doblegar a Froome ha sido con la tibieza que obliga el estado de forma, no de carácter. Nibali ha sido siempre el primero en caerse del grupo de favoritos cuando las cosas se ponían serias, por tanto es difícil que su estado de situación se revierta -la mejor etapa del italiano fue en el duro pavé-. Valverde va como gregario de super lujo de Quintana y ha mostrado buenas piernas. No sería raro que el murciano conserve un as en la manga. Van Garderen, por su parte, ha abusado de especulación y rueda ajena, así que de él poco puede augurarse.
En definitiva, hasta el momento sólo Quintana ha demostrado ser un rival de significativa alarma para Froome. El colombiano ha probado poco, pero cuando lo ha hecho desparramó al resto de favoritos. Eso sí, menos a Froome. Seguramente un mano a mano entre ambos, en las cuestas alpinas más duras, definirá los acontecimientos de la ronda gala 2015. De hecho, es el último cartucho que le queda al de Boyacá.