Si tuviese que describir Siena el primero adjetivo que me viene en mente es: orgullosa. El glorioso pasado de este importante centro de la Toscana se presenta en cada rincón de la ciudad: los edificios monumentales que custodian ambos lados de las calles, las grandes plazas... Piazza del Campo de seguro representa el ejemplo más sublime de lo que digo. Siendo una de las plazas más bellas de Italia, cada año acoge el emblemático Palio.
En este escenario la Torre del Mangia es quien acapara las primeras miradas para después dejar que nuestra atención se pose en el enorme Palazzo Comunale y que finalmente se recree a través de la majestosa serie de edificios adornados por los techos típicos medievales y cuya disposición semeja una concha marina. Lo cierto es que mírese donde se mire, Piazza del Campo siempre ofrece perspectivas diferentes y fascinantes que despiertan admiración.
Luego nos dirigimos por las callejuelas de la ciudad hasta llegar a la segunda maravilla de Siena: el Duomo, uno de los más significativos ejemplos de la arquitectura gótico románica en Italia. La fachada resulta impresionante: esculturas, bajorrelieves, columnas, pináculos, cúspides, logias y otros miles de detalles que se mezclan brindar una extraordinaria armonía decorativa.
Justo al lado, el enorme campanario en estilo románico presenta la misma policromía que la iglesia, ambos construidos en mármol blanco y negro. Sin duda, una de las iglesias más impresionantes que he encontrado en todos mis viajes. La entrada por mala suerte no es gratis. Si también no comparto la decisión de cobrar para dejar visitar una iglesia (algo muy diferente si hablamos de un museo).
Además, he descubierto que he sido afortunado: he llegado en uno de los pocos meses en el cual, todos los años, se muestra en público una obra única en el panorama de la historia de las artes: el precioso piso ilustrado. Se trata de 1300 metros cuadrados de mármol tallado y realizado en el arco de dos siglos, a partir del 1369. Maestros escultores de Siena (entre los cuales se hallaba Pinturicchio) dieron nuevas perspectivas a escenas de la vida de Jesús, a figuras mitológicas (en particular las Sibilas) y a otras imágenes tanto sacras como profanas.
Así nos vimos catapultados hacia una dimensión paralela: nos perdimos entre el mosaico de imágenes vagando asombrados y admirando las preciosas obras, como el pulpito de San Nicola Pisano hecho de mármol delicadamente tallado o el altar Piccolomini donde encontramos también esculturas de Miguel Ángel. Las obras de Donatello y Bernini también se entrelazaban en aquella danza artística pero un detalle que no puede olvidarse son los cristales de la catedral, decorados por Buccio di Buoninsagna.
Otras emociones aguardan cuando se entra por la monumental Librería Piccolomini y nos enfrentamos con los frescos del Pinturicchio. En fin, que visitar el Duomo de Siena es un paseo inigualable en una de las obras más bellas de la historia del arte italiana. Eso sí, aconsejo sacar una guía dado que en el interior faltan las fichas informativas.
Fuente: Infinite Strade el blog del amigo Rick