(Y no, no es “normal” que el amor desaparezca después del bebé)
Hace seis meses, tú y él reían en la cocina a las 2 a.m., hablando de viajes imposibles.
Hoy, lo único que intercambian son frases como:
“¿Le cambiaste el pañal?”
“Te toca bañarlo.”
“No tengo energía ni para hablar.”
No estás rota. No es tu culpa. Y, sobre todo: no estás condenada a vivir una relación vacía solo porque eres madre.
La verdad incómoda que nadie dice: la maternidad no arruina las parejas… pero sí expone las grietas que ya existían —y crea otras nuevas bajo la presión del agotamiento, la culpa y la invisibilidad emocional.
Pero hay una noticia mejor: puedes reconstruir esa conexión… sin sacrificar tu rol de madre ni tu identidad como mujer.
¿Por qué “nosotros” se desvanece tras el nacimiento del bebé?
No se trata de falta de amor. Se trata de sobrecarga invisible.
Mientras tu cuerpo aún se recupera del parto, tu mente ya está gestionando:
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- La lactancia o la alimentación
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- Las rutinas del bebé
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- Las visitas médicas
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- La ropa, los pañales, las tomas nocturnas
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- La culpa por “no hacerlo bien”
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- Y, en silencio, el duelo por la mujer que fuiste antes
Mientras tanto, tu pareja —aunque quiera ayudar— suele quedar en el rol de “ayudante”, no de igual. Y tú, sin darte cuenta, dejas de verlo como amante… y lo conviertes en un co-gestor de tareas.
El resultado:dame el
Intimidad emocional = cero
Deseo físico = ausente
Conversaciones = puramente logísticas
Resentimiento = creciente (aunque no lo digas)
Esto no es “lo que pasa cuando tienes hijos”. Es lo que pasa cuando no se protege intencionalmente el vínculo de la pareja.
La fórmula para reconectar (sin necesidad de escapadas románticas)
No necesitas un fin de semana en un spa. Necesitas micro-momentos de conexión auténtica. Aquí, lo que sí funciona:
1. Rompe el patrón de la “logística”
Cada noche, antes de dormir, hazle una pregunta que no tenga que ver con el bebé:
“¿Qué te hizo sonreír hoy?”
“¿En qué estás soñando ahora, aunque parezca loco?”
Esto reactiva la curiosidad emocional —el pegamento del amor adulto.
2. Reparte la carga mental, no solo las tareas
No digas: “Ayúdame con el bebé”.
Di: “Tú eres responsable de su rutina de baño y sueño esta semana. Decides cómo hacerlo. Confío en ti.”
Esto elimina la dinámica de “jefa y subordinado” y construye equipo real.
3. Reclama tu identidad más allá de “mamá”
Reserva 15 minutos diarios solo para ti: escribir, bailar, caminar, llamar a una amiga.
Y dile a tu pareja: “Necesito esto para ser la madre y la mujer que quiero ser.”
Cuando tú te sientes completa, él vuelve a verte como mujer, no solo como madre de su hijo
4. Crea rituales de “nosotros” mínimos pero poderosos
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- Un abrazo de 20 segundos al saludarse (activa oxitocina)
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- Una taza de café compartida en silencio al amanecer
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- Un mensaje de voz diario: “Hoy me encantó cómo le hablaste al bebé.”
La intimidad no nace de los grandes gestos, sino de la constancia en los pequeños.
Tu relación no es secundaria… es el cimiento
Los hijos no necesitan padres perfectos.
Necesitan ver que el amor sigue vivo entre sus dos figuras más importantes.
Cuando tú y tu pareja mantienen una conexión sana, le enseñas a tu hijo:
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- Qué es el respeto mutuo
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- Cómo se comunica el afecto
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- Que el amor se cultiva, incluso en la adversidad
Y, lo más importante: te das permiso para seguir siendo tú —una mujer que ama, desea, sueña… y también cuida.
Porque tú mereces una relación que te sostenga… no que te agote.
Y un amor que crezca con la maternidad, no a pesar de ella
La entrada ¿Sientes que tu pareja se convirtió en un compañero de piso… y ya no en tu amor? se publicó primero en Coaching para Mamás.
