Revista Política
La semana pasada estuvimos ocupados con el Pleno y se quedaron en el tintero algunos temas importantes de rigurosa actualidad. Lamentablemente, pasan los días y lo que está ocurriendo en el Sahara sigue siendo asunto de primera plana en noticiarios y prensa escrita.
En el título de esta entrada lo digo bien claro: me avergüenzo nuevamente de la forma en la que el Gobierno español está encarando esta crisis humanitaria y política. Me avergüenzo de un Gobierno que antepone los intereses económicos a las necesidades básicas de los saharauis, de un Gobierno que tiene miedo de dañar las "excelentes" relaciones que mantiene con Marruecos, país al que vendemos armas y tecnología, país que nos chantajea contínuamente con actuar sobre Ceura y Melilla.
Como siempre en estos casos, la gente no tiene memoria, o prefiere olvidar lo ocurrido: la descolonización del Sahara se hizo mal, muy mal. La Marcha Verde organizada por Marruecos aprovechando que en España había un vacío de poder (Franco estaba agonizando y no había nadie con el coraje suficiente para proteger los intereses españoles en el Sahara), expulsó literalmente la poca presencia española en la zona. En ese mismo momento comenzó a librarse una guerra que enfrentó a Marruecos con la República Arabe Saharaui Democrática (con el Frente Polisario organizado en el exilio).
La invasión del territorio obligó a decenas de miles de saharauis a huir desierto adentro, hasta territorio argelino, donde levantaron, cerca de la ciudad de Tinduf, campos de refugiados. Exiliados en ese rincón del desierto más duro del planeta, alrededor de 200.000 saharauis sobreviven desde hace más de 32 años en precarias condiciones esperando regresar a su tierra.
Los organismos internacionales consiguieron que el Frente Polisario depusiera las armas porque les prometieron una solución diplomática justa. Han pasado 25 años y esas promesas no se cumplen. La comunidad internacional está fracasando en su intento de conseguir un estatus político y jurídico razonable para el Sahara, porque Marruecos ningunea a la ONU y dilata las negociaciones.
Lo anterior es historia, como historia es la huelga de hambre de Aminatu Haidar en Lanzarote. La realidad actual es que los saharauis viven amedrantados, sin libertad, sin derechos, sin futuro y casi sin esperanza. Pero mejor que escuchen esta encendida proclama de una compatriota nuestra, Sara Mesa, una valiente mujer canaria que sería capaz de sonrojar a cualquier diplomático español:
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