Sierra de Gata, la comarca de los cinco valles
Es la gran desconocida. Esta comarca cacereña que linda con Portugal y Salamanca permanece en el anonimato mientras que sus vecinas, Las Hurdes o La Vera, se llevan la fama. Y es injusto. La belleza de sus paisajes, formados por valles, montañas y bosques, es equiparable a cualquiera de ellas. Sus pueblos conservan la arquitectura tradicional y cinco de ellos son conjunto histórico artístico. La historia ha dejado huella en forma de castillos, minas de oro o leyendas que tienen como personajes principales a antiguos contrabandistas. Y, al haber permanecido aislada, más alejada de las grandes ciudades, sus tradiciones y sus modos de vida continúan arraigados entre la población. A esto hay que sumarle un idioma propio, a fala, que se hablan en tres municipios del Valle del Jálima y productos locales como la miel, los quesos y el aceite. Si todo esto fuera poco, hay una excusa más para acercarnos a conocer la Sierra de Gata: su gente. Arrancamos el coche y viajamos.
Paisajes horadados por ríos.
Un paisaje de valles, montañas y bosques. La Sierra de Gata está situada en un entorno privilegiado. Los ríos y los arroyos avanzan por su cauce rodeados de montañas de las que sobresalen algunos picos, de -incluso- más de 1.500 metros. Los árboles cubren de verde el entorno. Predominan los pinos, los castaños y la dehesa y, en las zonas más altas, los matorrales se convierten en protagonistas. En este entorno, a los pies de los ríos, en los valles, o en las zonas más altas, defendiendo el territorio, aparecen algunos pueblos. Veinte poblaciones que conservan la arquitectura tradicional serragatina.
Sierra de Gata
Pueblos y aldeas.
Las calles estrechas, el sonido del agua, las piscinas naturales y la arquitectura tradicional son los protagonistas de los municipios de Sierra de Gata, cinco de ellos declarados conjunto histórico artístico por lo bien conservada que tienen sus casas, construcciones con un marcado halo local. Son Gata, Robledillo de Gata, Hoyos, San Martín de Trevejo y la aldea de Trevejo. Recorrerlos, descubriendo sus ríos, el agua y fotografiando los rincones que encuentras a cada paso, es una delicia.
Hoyos. Además de la arquitectura popular destacan en este pueblo los palacios, la iglesia de Nuestra Señora del Buen Varón y la ermita del Cristo. Algunas calles terminan en paseos de piedra que salen del pueblo entre las paredes de las cercas y te alejan de la población en pocos minutos.
San Martín de Trevejo. El agua que desciende de la sierra y va por las calles dota a San Martín de un sonido característico. Estos regueros canalizados se utilizaban, cuando no había agua corriente, para regar las huertas que de los patios de las casas. Hoy son un símbolo del pueblo, al igual que las bodegas privadas (hay 45), su arquitectura popular o el mañego, uno de los tres dialectos de ‘a fala’.
Trevejo. Ahí donde acaba la carretera empieza la aldea de Trevejo, un pueblo medieval con dos calles de piedra y pequeñas casas tradicionales. El tiempo pasa de otra manera para sus 20 habitantes que conservan modos de vida tradicionales. A las afueras, tan solo a unos metros del centro del pueblo, se alzan los restos de un castillo, la iglesia, las tumbas antropomórficas y una torre exenta. Las vistas desde aquí hacia el valle son inmensas.
Acebo. Este pequeño pueblo rodeado de naranjas es encantador. La vista desde el puente, a la entrada, es uno de las más bonitas. Disfrutaremos del entorno de la piscina natural que se llena en verano para locales y visitantes.
Robledillo de Gata. Es uno de los pueblos más turísticos de la comarca. Instalado en el valle del río Árrago, entre montañas, su principal atractivo es su ubicación, aunque también destaca la arquitectura popular con sus balcones y sus casas de adobe, varaseto y pizarra que se alzan según la estética de las construcciones locales.
Gata. Otro de los municipios que conserva el sabor tradicional en sus calles y en sus casas. Además se pueden visitar algunos monumentos como la iglesia de San Pedro, la Ermita del Cristo del Humilladero, el castillo, los palacios y algunas fuentes.
El castillo de Trevejo
A fala, un idioma y tres dialectos para tres pueblos.
A fala, la fala, es un idioma minoritario que se habla en tres pueblos del Valle de Jálima: Valverde del Fresno, Eljas y San Martín de Trevejo. Cada uno de ellos, a su vez, tiene un dialecto propio. La importancia de esta lengua radica en que aproximadamente el 90% de la población local la utiliza en su día a día. Es su lengua materna, el castellano ya lo aprenderán en la escuela.
San Martín de Trevejo, uno de los pueblos de a Fala
En busca del tesoro.
Los romanos encontraron en la zona de Sierra de Gata un tesoro. Empezaron a explotarlo y, de esta época se conservan algunas cuevas excavadas en la montaña, las galerías que se utilizaban para extraer el preciado material. Las minas se abandonaron durante siglos hasta que, en los años 40 del siglo XX, volvió la fiebre del oro y llegaron hasta la zona personas provenientes de distintos lugares. Bateaban en arroyos y ríos la tierra que había alrededor de las cuevas en busca de pepitas pero el negocio duró poco, después de poco más de una década vieron que no había donde rascar y abandonaron por segunda vez la búsqueda. En el valle del Árrago, cerca de Descargamaría, quedan algunas de estas minas de oro donde es posible revivir un pasado histórico.
Minas de oro en Sierra de Gata
Mirando al cielo. Y a las rocas.
Unas 23.000 personas viven en los pueblos de Sierra de Gata. No son los únicos habitantes: jabalíes, corzos, un sinfín de reptiles e incontables aves han hecho de este territorio su hogar. Para protegerlos, algunas zonas están declaradas ZEPAS, zonas de especial protección de aves. Es fácil ver, mirando al cielo buitres negros o alimoches, cigüeñas negras, águilas… y descubrir, entre las rocas, los nidos de los buitres leonados. No olvidéis los prismáticos.
Con José de Mi Sierra de Gata y Nacho de los Apartamentos A Fala, buscando buitres
El sabor de lo local.
Los principales cultivos de la zona como el olivo, la vid o la naranja y los derivados de sus animales son básicos en la gastronomía serragatina. A esto se suma el mimo que los serragatinos ponen al elaborar sus productos. Para conocerlos, y catarlos, hemos visitado bodegas en San Martín de Trevejo, los aceites As Pontis en Eljas, la miel de Val de Xálima en Valverde del Fresno y la quesería familiar de El Rañal en Perales del Puerto para descubrir cómo sabe lo hecho en casa.
Bodegas en San Martín de Trevejo. Son 900 habitantes y en el pueblo hay más de 45 bodegas así que imaginaos la tradición vitícola que hay detrás. En cada una de estas boigas y pichorras cada familia utiliza sus uvas para elaborar un caldo de consumo propio. Sin aditivos, como se ha hecho siempre. Son lugares encantadores, decorados con aperos antiguos donde los amigos se reúnen para pasar buenos ratos. El día grande en San Martín de Trevejo es San Martiño, ese día se va de bodega en bodega comiendo y probando los vinos de cada una de ellas. No están abiertas al público pero sí bien aprovechadas.
Una quesería familiar. En la Quesería El Rañal trabajan Patro, su marido Agustín, el hijo y la nuera. Cada mañana y cada tarde, los hombres ordeñan las cabras y Patro elabora los quesos de manera artesanal en dos turnos. Una vez hechos, el queso se vende fresco o se cura en una habitación a temperatura ambiente durante dos meses. La mayor parte del producto no sale de la quesería, se vende allí mismo.
Aceites As Pontis. La aceituna manzanilla cacereña es el principal cultivo de la comarca. Vemos los olivos en bancales, en pequeños minifundios y, este fruto, local y de esta variedad, es el que utiliza Miguel para elaborar el aceite en la almazara As Pontis. Entre sus aceites destacan los aceites ecológicos y unas botellas con aceites macerados con distintos sabores, ¡tienen hasta aceites con oro!.
La miel del Val de Xálima. Una miel hecha con abejas trashumantes que se mueven entre Extremadura, Salamanca y Portugal para producir diferentes sabores como la miel de brezo, de tomillo o de roble y encina, su producto estrella.
Quesería El Rañal
Y la gente.
Los serragatinos son gente sencilla y amable, que te muestran encantados lo mejor de su tierra. Puedes ver a señoras de más de 80 años acercarse a sus cabras caminando cada mañana, gente desempeñando los oficios tradicionales, haciendo sus quesos y sus vinos… lo mejor es preguntar. Te recibirán con los brazos abiertos.
Sierra de Gata en El Canto del Grillo en RNE
Si queréis un viaje sonoro por Sierra de Gata, podéis escuchar el podcast de El Canto del Grillo en RNE
Entrevistando al burro de Trevejo para RNE
Viajes- La sierra de Gata – 21/4/15
Muchas gracias a Nacho de Apartamentos A Fala y a José de Mi Sierra de Gata por enseñarme tan bien la zona.
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