Revista Viajes
“… Los ratos que del día me quedaban los entretenía en leer…o en tocar una arpa, porque la experiencia me mostraba que la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu”.
Así describía las bonanzas de la música la pastora Marcela, mientras narraba la historia de sus amores; contados por Cervantes en el capítulo XXVIII de la Primera Parte del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Vaguada con quejigos. La fotografía está sacada en un trayecto del camino cercano al Pozo de Nieve, camino del Pico Torrecilla.
En esta jornada que damos la bienvenida al verano con la celebración del día de la música, recuerdo mis andanzas por la malagueña Sierra de las Nieves. Por aquellos montes de esfuerzo y vigor se llenaba mi corazón y mi cerebro de la música de Juan Sebastián Bach, concentrada toda ella en la Cantata cuarenta y tres dedicada al día de la Ascensión.
Entre los pinsapos de la Cañada del Cuerno y los quejigos de las alturas cercanas al Pico Torrecilla, mi corazón tararea el adagio silente inicial de la Cantata, la fuga que es seda serena, arias y coros que la naturaleza entera entonan entre mi alma y el infinito. Un melisma entre cuerdas y oboes acompaña mis pisadas lentamente hacia la cumbre. Con el coro final llego a la cima. Música de dulce sosiego que reconstruye la vida del desgaste diario, que empuja hacia un futuro de luz y comunidad, que abraza a la humanidad entera en un mismo deseo de fraternidad.
La fotografía está tomada al terminar el bosque de pinsapos en la bajada del Pico Torrecilla, terminada ya la Cañada de Las Ánimas.
Javier Agra.