Hasta hace muy poco tiempo, Sara dormía la siesta todos los días, ella lo necesitaba y no las rechazaba. Es más, hasta me costaba trabajo despertarla muchas veces. El problema llegaba en la noche, que le costaba mucho quedarse dormida. Los fines de semana y durante las vacaciones me daba un poco lo mismo, pues por las mañanas no había prisa por levantarse. Pero los días que teníamos que madrugar me preocupaba mucho que no durmiese lo suficiente por la noche. Así que empecé a acortarle las siestas, pero nada, que conciliar el sueño por las noches seguía siendo complicado y nos daban las 10 intentando dormir.
También hasta hace poco, dormir la siesta era más sencillo que ahora. Cuando estaba en la guardería yo tenía reducción de jornada, así que a la 1 la recogía y antes de las 2 de la tarde ya habíamos comido y estábamos casi metidas en la cama.
Pero con los nuevos horarios de trabajo y con el nuevo horario de colegio, la cosa se complica bastante.
Hay días en los que salgo a las 3 de trabajar y la recogen mis padres del cole. Como come en casa de los abuelos, no le echan la siesta, pues quiere quedarse despierta a esperar a que llegue. Y acostarla a las 3 y media me parece muy tarde, teniendo en cuenta que a las 9 de la noche me gusta acostarla. Así que esos días no hay siesta.
Los martes y los jueves Sara va a clases de baile. ¡Le encanta! El caso es que la clase empieza a las 4.15, y como sale a las 2 de clase, entre que llegamos y comemos, ya no le da tiempo a dormir un rato para poder llegar a clase después.
Vamos, que por unas cosas u otras, varios días a la semana pierde la siesta. La ventaja que le veo es que cenamos muy temprano y antes de las 9 ya está durmiendo, pone la cabeza en mi brazo y en menos de dos minutos ya ha caído. La desventaja es que hasta que llega la hora de la cena, las tardes se hacen pesadas. A media tarde empieza a acusar el cansancio, está más irascible, se enfada por todo, llora muchísimo, no quiere que le consuele, ya no sabe a qué jugar, si estamos en la calle se enfada con todos los niños, vamos, que muchas tardes son complicadas. Si tenemos una tarde entretenida, generalmente la pasa bien. Pero si tenemos una tarde tranquila, de estar en casa, lo pasa bastante mal cuando no está distraída.
Una noche tan cansada que no puede llegar ni a la cama
Luego están los días en que yo no trabajo y ella no tiene baile, que comemos juntas prontito cuando sale del cole y nos podemos echar un rato. Esos días ella se duerme la siesta rápido y luego me cuesta despertarla. Intento que no duerma más de 1 hora, pero al final siempre es más tiempo porque no se quiere despertar. Y encima se despierta de mal humor, porque quería seguir durmiendo y el enfado le dura un rato. El problema está cuando llega la noche, a las 9 de la noche no quiere dormirse. Y no es que la pobre no lo intente, es que no lo consigue. Se tumba y se pone a dar vueltas. O se queda muy quieta pero con los ojos abiertos mirando al techo. Yo esos días me pongo muy nerviosa, porque veo cómo se va pasando el tiempo y pienso en que va a dormir poco esa noche. También me pongo nerviosa porque Lucas quiere nuestro ratito de mayores y yo estoy con Sara intentando que se duerma.
No paro de darle vueltas al asunto. Creo que la siesta es importante en los niños pequeños, sobre todo cuando se despiertan temprano para ir al colegio. Descansar un rato a media tarde te hace afrontar el resto del día con más energía. Yo soy la primera que si puedo me meto en la cama a dormir, y si no, me tumbo en el sofá y cierro los ojos un ratito. Pero también creo que es importante que el descanso nocturno sea satisfactorio y si se duermen tarde, restamos calidad al sueño.
No sé muy bien que hacer, ¿siesta sí y dormirse más tarde de noche? o ¿siesta no, estar cansada por la tarde y dormirse inmediatamente de noche? ¿Qué opinas?