Revista Viajes

Siete emociones que solo me provoca viajar

Por Mundoturistico

“Viajar activa la vida; la pone en funcionamiento”. Conclusión post artículo, con ayuda de la Real Academia Española.

Debe ser que estamos en verano y que he viajado bastante últimamente –y que aún me queda por viajar- la razón por la que me siento cargada de energía positiva. Hablo dulcemente a la gente, me muestro solícita si alguien me requiere y me apetece comerme el mundo… incluso en mi propia ciudad. Vamos, que estoy to happy. Y eso no es algo muy común. Si no, no habría tantos libros de autoayuda, ni serían tan adoradas las vacaciones. La realidad es que viajar me da, al menos a mí, algo que no me da cualquier otra cosa. Y por eso me he animado a escribir un artículo sobre las emociones que solo me provoca viajar. Esas por las que muchos estamos enganchados a eso de coger carretera y salir en cuanto tenemos un día libre. Esas por las que a veces… merece la pena hasta trabajar

:)

Verdadera desconexión

Ver un partido de fútbol, ver la televisión, comprar compulsivamente o salir a cenar son pequeñas desconexiones que la gente necesita en su día a día. Son los “regalos” o derechos que tienen por hacer frente a unas responsabilidades que sí o sí, tienen que afrontar para vivir. Pero a veces saben a poco…

Yoencapadocia

Y el siguiente escalón es viajar. Aunque no es algo definitivo, nos deja durante días experimentar la sensación de cambiar de realidad, de bajar de lo de siempre para aventurarnos en sensaciones nuevas, renovadoras. Cargar las pilas. Y, oye, sienta que no veas.

Depuración

Me gusta ver la vida como un vaso que en lugar de medio lleno o medio vacío, parte de una situación inicial buena –pongamos lleno hasta arriba- y poco a poco, se va vaciando de fuerza; energía. Viajar es como volver a llenarlo. Es depurar esa mala vibra que ha podido ir haciendo mella en ti. Es tomar perspectiva y dejar atrás sensaciones de rutina y cansancio. Es empezar de cero. Para mí, no hay nada mejor que la sensación de volver de un viaje y sentirte como si fueras la nueva versión –y mejorada- de ti.

Por eso cuando llego de viaje, como ahora, me siento tan bien. Es una especie de depuración vital tan necesaria como dormir por las noches –y con el mismo efecto-.

emocionesViajar

Activación

Definición de la RAE:

1 – Hacer que un proceso sea o parezca más vivo

2 – Hacer que se ponga en funcionamiento un mecanismo

Otro de los efectos más comunes que tiene en mí viajar es superar esa pereza que me da todo cuando estoy inmersa en la rutina; una y otra vez. Al vivir siempre lo mismo, parece que solo podemos esperar de nuevo lo mismo para el día siguiente. Que apenas cambiaremos el modo de actuar, las cosas que hagamos, que visitemos, etc. Y no hay nada más desesperante que eso. Ni nada mejor que poder experimentar lo contrario: levantarse en una cama diferente, en una ciudad por explorar, con nuevos hábitos que tomar y planes diferentes que poder afrontar. Incluso tomar una marca diferente de cerveza parece lo más interesante del mundo. A este proceso le llamo activación, pues nos empuja a crear, explorar, a conocer. A vivir…

ventana

Viajar hace que el proceso de la vida parezca más vivo. Activa la vida; la pone en funcionamiento. Y así, con esa teoría de base, ¿qué puede oponerse en nuestro camino?

Sentirme viva

Puede parecer que tanta crítica a la rutina es una forma de sentirse a disgusto y no tiene por qué. La estabilidad es algo que yo al menos necesito en mi vida. Saber donde está el Norte. Pero quedarme ahí constantemente me asfixiaría. Por eso, los viajes hacen que te sientas vivo, pues aunque tengas tu día a día, siempre podrás romperlo y darte un baño en un mar que no habías visto antes; adentrarte en una jungla con gente muy diferente a lo que estás acostumbrada; o pasear hasta la saciedad en una ciudad donde todo es nuevo. En el equilibrio está la clave. Pero de ninguna de las maneras podemos caer en la monotonía… y viajar ayuda

😉

Apertura

Viajar es, como hemos adelantado “la activación de la vida”. Y esa activación es un punto de no retorno. En el mundo, hay 194 países reconocidos como tal, más de siete mil millones de personas, 4.200 religiones y más de 4.000 idiomas, de los cuales conoceremos tan solo una reducida, casi ínfima parte. Y para muchos, en su empeño de seguir sintiendo todas estas emociones además de conocer mundo, será un reto descubrir cuantos más mejor. Esta apertura provocará –seguramente- un intento de acercarse a todas estas realidades de una forma respetuosa, comparando pero siendo conscientes de la diferencia y de una manera tolerante. Todo ello lo provoca también viajar, en el amplio sentido de la palabra.

yo

Emoción, alegría, nervios

Supongo que desde que nacemos hay situaciones que “activan” nuestras emociones. El primer día de colegio, la primera vez que dormimos fuera de casa, cuando fraguamos las verdaderas amistades, conectamos con nuestro primer amor, encontramos reconocimiento en nuestro trabajo o damos vida a nuestro primer hijo. Pero no sé por qué tengo la sensación de que a medida que nos hacemos mayores, estas situaciones menguan. La vida, digamos, tristemente, va perdiendo emoción. Y eso es algo que los hobbies, como viajar, limitan. Yo sigo emocionándome al correr una carrera, ver una buena película, leer un buen libro… o pegarme un gran viaje.

La emoción, la alegría y los nervios positivos de un gran viaje son como todos los grandes momentos de una vida: mariposas en el estómago, escalofríos, tensión y cosquilleo. Pero sobre todo: una sensación ancha y amplia de felicidad.

camino

Sentirme llena

Quizás se me esté yendo un poco el artículo por la parte emocional y de verdad que no quiero comenzar a parecerme a Paulo Coelho, pero la mejor emoción de todas las que provoca viajar es sentirse lleno. Un viaje ofrece un terreno ideal para experimentar momentos únicos; sentir la mayor complicidad posible con alguien; conocer gente de todo tipo y condición; practicar idiomas; hacer planes que no habías hecho antes; abrirte a diferentes tipos de comida; pasear; ver atardeceres; tomarte algo relajadamente, sin prisas ni compromisos; contemplar la belleza de la arquitectura antigua; descubrir lugares y sus historias; poner los lugares en la Historia…

Son tantas cosas que es complicado no encontrar algo que te complete. Y lo mejor de todo es que no se acaban.


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