Revista Salud y Bienestar

Siete impresiones sobre Berlín

Por Emilienko
Siete impresiones sobre Berlín
En Berlín, los hospitales son silenciosos. En realidad, toda Alemania es silenciosa, pero los hospitales destacan por un silencio sobrecogedor, casi angustiante. Incluso los celadores bajando a los enfermos de las ambulancias lo hacen sin hacer ruido. Eso sí, al igual que en España, aparentando seguridad, uno se puede colar en un hospital para curiosear sin que nadie le pregunte a dónde va.

En Berlín, es difícil encontrar una red WiFi gratuita, mucho más que en otras ciudades de Europa. Pero lejos de ser esto un inconveniente, ha resultado ser muy liberador para poder desconectar (nunca mejor dicho).

En Berlín, ni el oeste parece tan rico ni el este parece tan pobre. Mucho tuve que patearme Berlín Este hasta encontrar un edificio de la época previa a la caída del Muro que aún estuviese sin restaurar. Eso sí, cuando lo hallé, pude meterme por sus patios interiores, por sus oscuras escaleras y sus pobres descansillos, paladeando cierto regusto a Historia Contemporánea que sé que cada vez será más difícil de encontrar.

En Berlín, la publicidad del tabaco es agresiva. En concreto, me impresionó un anuncio en una parada de autobús (¿está permitido eso en España?), que decía "¿Dejarlo o volver a dejarlo?". Esta aparentemente inocente frase debilita los argumentos de los fumadores en fase contemplativa que se comienzan a plantear abandonar su hábito. Es una puñalada vil hacia una población diana muy concreta.

En Berlín, se puede tomar el sol en pelotas en el parque delante del Parlamento o de la residencia de la canciller sin que pase nada. Y aunque mi cuadriculada mente me hace ver esa actitud poco adecuada, nada me impidió imaginar la cara de nuestros José Luis y Sonsoles al despertar un día y mirar por la ventana de su dormitorio, descubriendo en la Moncloa a decenas de madrileños mostrando sin pudores la genitalidad nacional.

En Berlín, te puede morder un perro doméstico que nunca haya ido al veterinario. A mí en España nunca me había mordido un perro. Quizás aquí vayan más atados o haya sido simplemente mala suerte, sin más. Menudo hematoma en la pierna me traigo de recuerdo.

En Berlín, la palabra "Sommer" no debería ser traducida al español como "Verano". Dejar la noche berlinesa en la que un jersey no está de más para entrar en los cuarenta grados de mi ciudad despoja de todo significado a Sommer.

Foto: Tormenta una tarde de verano, en el lado este del Muro.

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