Revista Opinión
Nos adentramos en los prolegómenos del verano con las rosas engalanadas de pétalos coloridos y aromas que perfuman las brisas veleidosas que saludan y despiden los días. Mayo nos adentra en el calendario, dejando atrás un inicio ya remoto de nublados y frío y anunciando el imperio refulgente de la luz. Siempre auguró mayo promesas en la piel y restañó arañazos en el alma con el resurgir de esperanzas juveniles que el calor despierta de su letargo. Mayo se instala en los ojos que buscan tu mirada y en el azul que cubre tu cuerpo perdido en la memoria. Pulsiones de mayo en las que perduran noches de luna radiante y días de sol naranja que no sucumben al paso de los años. En mayo abandonamos definitivamente una estación para transitar por la senda luminosa del futuro que nos aguarda, tan halagüeño como incierto. Mayo nos hace recordar que hemos consumido ya casi medio año y media vida en sueños. Signos de mayo que marcan nuestro deambular sobre los adoquines de una existencia fugaz y delicada como una flor.
Las noches de mayoVivir joven es peligroso.¿Recuerdas cuando el sol era naranjay nunca se ponía detrás de tu pelo?Las noches de mayo en doña Elvirala luna subiendo al compás del aguatus pies descalzos sobre la piedra regada.La libertad era una palabra de cartónque arañaba tus labios malvas.Amar joven es doloroso.¿Recuerdas el temblor de tu pielbajo la mano pudorosa?Las noches de mayo en Santa Cruzbajo el adoquín estaba tu playala espuma de los veinte años.La libertad era tu perfil de diosamirando a los ojos de la luna. Francisco Gallardo Cuadernos de Roldán (Almanaque 2015, Mayo)