La tromboflebitis es un problema de salud que se produce cuando un coágulo de sangre se aloja en una vena. Sus síntomas son diferentes a los de la trombosis arterial y se caracterizan por la tumefacción y el dolor del área afectada, así como la aparición de enrojecimiento y calor.
La tromboflebitis se da sobretodo en las extremidades, con especial incidencia en las piernas. Puede afectar tanto a las venas superficiales como a las profundas y las personas que han estado mucho tiempo en cama (recuperándose de una enfermedad, por ejemplo) son especialmente sensibles a sufrirla. También aumenta el índice de riesgo la toma de hormonas femeninas y anticonceptivos. Es conocida también la trombosis venosa por su aparición en personas que han permanecido muchas horas sentados durante un viaje.
El diagnóstico de la tromboflebitis superficial es fácil ya que suele ser visible en la piel. En el caso de la trombosis venosa profunda muchas veces hace falta recurrir a un estudio con ultrasonidos llamado pletismografía, o a la realización de flebografías, que consiste en la inyección de sustancias radiológicas en las venas.
El pronóstico de la tromboflebitis superficial es muy bueno porque solo requiere la administración de un antiinflamatorio y la puesta en alto del miembro afectado. En cambio, la profunda lleva asociado el peligro de embolia pulmonar lo que se debe evitar desde un primer momento incluyendo la administración de anticoagulantes como el Simtrom para evitar posibles nuevas apariciones de este problema. Si un paciente sufre una serie de trombosis venosas repetidas es recomendable optar por una cirugía o incluso la realización de un cateterismo que evite que los trombos lleguen al corazón derecho y a la circulación pulmonar.