Revista Economía

Sigo sin entender nada ii.

Publicado el 19 junio 2013 por Torrens

Antes de explicar lo que no entiendo a nivel global, quiero dejar bien claro que en mi opinión el sistema sociopolítico más justo y eficaz es el capitalismo liberal bajo control, y el peor de todos es el capitalismo liberal sin control.

Para empezar, dos preguntas: Primera, ¿en una sola de las muchas veces en que hemos sido llamados a las urnas en los últimos 30 años alguien ha tenido la sensación de que bien directamente o a través del programa de algún partido estábamos votando una modificación fundamental del sistema económico?. Seguro que no.

Segunda, ¿alguien recuerda alguna sesión del Parlamento Europeo, también en los últimos 30 años en que los diputados electos hayan votado y aprobado dicha modificación del sistema económico?. Si alguien lo recuerda que se lo haga mirar porque nunca se ha producido tal votación.

Hasta los años 80 el capitalismo funcionó bien porque estaba regulado. En lo que se refiere a las operaciones financieras había bastantes normas que impedían que los gestores bancarios pusiesen la solvencia de sus instituciones en riesgo. En España y en la mayor parte de países europeos por ejemplo los créditos hipotecarios no podían concederse por más del 80% de la valoración que realizaban exclusivamente empresas autorizadas y registradas en el Banco de España. La financiación con garantía hipotecaria por importes incluso superiores al 100% de la valoración, tal como se han llegado a hacer, probablemente hubiese ocasionado una sanción con solo plantearla. Si una institución financiera llevaba a cabo operaciones de crédito asumiendo elevados riesgos con deudores cuya solvencia estaba por debajo de los criterios establecidos por el Banco de España, se veía obligada a aumentar su capitalización, es decir el porcentaje que suponen los fondos propios sobre el total balance, para compensar los mayores riesgos asumidos.

La normativa no se limitaba al área financiera. Gran parte de la economía estaba regulada. Existían estrictas normas anti trust que durante muchos años impidieron la aparición de multinacionales como las que ahora se califican de “Too big to fail” (Demasiado grande para quebrar), aparte de mantener a la economía más o menos dentro de los parámetros capitalistas que realmente funcionan, aquellos que se basan en muchos ofertantes y muchos demandantes, y para los que monopolios y oligopolios son pecado mortal. Hablar como se hace hoy de competitividad y competencia con el mundo cada vez más en manos de grandes multinacionales “Too big to fail” es casi grosero.

El capitalismo que se podría calificar de “honesto” funcionaba con crisis periódicas no muy profundas, pero en las últimas décadas de funcionamiento del capitalismo honesto antes de que se impusiera el liberalismo salvaje, junto con la crisis apareció un nuevo elemento que se denominó estagnación, con el que las crisis eran algo más largas y además durante la crisis el nivel de precios no solo no se estabilizaba o descendía sino que seguía subiendo, era crisis con inflación. Con la excusa de solucionar los problemas derivados de la estagnación se empezaron a aplicar los principios de Milton Friedman y la Escuela de Economía de Chicago, cuyas tesis, en versión resumidísima, serian que cualquier regulación económica y cualquier intervención del Estado en la economía es perniciosa. Ronald Reagan y Maggie Tatcher impulsaron un proceso de desregulación y liberalización total de la economía que continuó hasta que en los primeros años de su mandato George W. Bush acabó de un plumazo con la poca regulación que quedaba y la U.E. como había hecho desde el inicio del proceso de desregulación, hizo exactamente lo mismo. Como ha quedado claro con las dos preguntas iniciales, al menos en Europa, los ciudadanos no fueron consultados ni tan solo para decidir en qué lado de la cara queríamos recibir el cachete, a pesar que se reinstauraba un sistema que ya había provocado dos grandes crisis económicas, en los primeros años del s. XX y en 1929, seguidas de respectivas guerras mundiales, y que varios experimentos de la Escuela de Chicago en Latinoamérica habían acabado en desastre.

¿Quiénes fueron los promotores de esta modificación del sistema?. En mi opinión había dos grupos muy interesados en el cambio. En primer lugar las grandes multinacionales y grupos financieros que querían libertad para hacerse los dueños de sus mercados, y de los de los demás, calculaban que sus posibilidades de enriquecimiento tanto a nivel empresa como a nivel individual se disparaban con el liberalismo salvaje y también porque es mucho más difícil dirigir una multinacional en un entorno regulado que con total libertad, y encima, tal como ha quedado muy claro cuando ha llegado la crisis anunciada, al contrario que con el capitalismo honesto, a los gestores cuyos errores, irregularidades y estafas, como conceder la calificación AAA a fondos con hipotecas basura,  han provocado miles de millones en pérdidas y han hundido personas, empresas y países, nadie les va a reclamar responsabilidad alguna.

El segundo grupo interesado en el cambio de sistema eran los grupos mafiosos, que hacía tiempo habían dejado la calle para ocupar despachos de abogados, políticos, intermediarios financieros y demás, a los que por supuesto no les gustan las normas. Si alguien cree que acabo de escribir una barbaridad, que lea el libro de Misha Glenny “Mc Mafia, Seriously organised crime” publicado en 2009, que estuvo varias semanas en la lista de los más leídos en USA y el Reino Unido. Lo leí en su día y al acabar llegué a la conclusión que hacía los años 70 los gangsters de las películas habían trasladado su sede central de Chicago a Washington.

Uno de los subproductos del liberalismo salvaje impuesto es la Globalización, que provocó una sustancial reducción del tejido industrial de muchos países occidentales, entre los que por desgracia uno de los que más sufrió las deslocalizaciones fue el nuestro. Una vez más  la excusa que la total libertad favorece al más competitivo acaba siendo una falacia, porque los países más competitivos, la mayoría asiáticos, lo eran porque pagaban una miseria a sus trabajadores y los sometían a unas condiciones de trabajo cercanas a la esclavitud, con un apoyo social y sindical muy precario o inexistente, condiciones que se han mantenido a pesar que la industrialización ha sacado a esos países del subdesarrollo. Además la Globalización hace al mundo cada vez más aburrido, todo se uniformiza, las calles del centro de las principales ciudades son todas iguales y finalmente los únicos rasgos característicos de cualquier lugar serán los monumentos. En la imposición de esta absurda globalización sin condiciones los ciudadanos fueron también espectadores, porque interesaba a los mismos que impusieron el liberalismo salvaje ya que fabricaban a precios asiáticos y vendían a precios europeos.

En este tema si es cierto que los alemanes tuvieron mucha más cabeza que otros países de Europa, como el nuestro. En Alemania gobierno, empresas, sindicatos y el país entero hicieron todo lo posible para que el daño a la industria fuese mínimo, mientras en España una pandilla de gobernantes irresponsables creyeron que la destrucción de nuestro tejido industrial no tenía importancia porque la riqueza que aportaba al país podía sustituirse y aumentarse con actividades especulativas como el negocio inmobiliario. Y todavía siguen en sus poltronas, y alguno quiere volver para salvarnos.

Recientemente he leído una noticia referida a la Unión Estúpida que me habría hecho desternillar de risa si el tema no fuese tan grave. Parece ser que empiezan a montarse comisiones sobre el importante asunto de la Reindustrialización de Europa. Si esto es así, ¿Por qué permitieron la desindustrialización de Europa sin mover un dedo?, aparte, si la reindustrialización del continente depende de estos lo tenemos crudo.

Hay un montón de preguntas más sin contestar, pero la fundamental es ¿Si incluso gran parte de los defensores del liberalismo salvaje reconocen que la actual crisis es una consecuencia del sistema, como es que a nadie ni se le ocurre plantear las modificaciones necesarias para regresar al capitalismo honesto?, regreso que en cualquier caso debería hacerse a largo plazo porque si de golpe se aplicasen las normas que regían la economía hasta los 80 ningún banco o gran empresa lo resistiría y el remedio sería peor que la enfermedad, pero nadie plantea ni tan solo empezar el largo trayecto de regreso, las únicas normas que se proponen solo sirven como simple maquillaje, e incluso se insiste en que la salida de la crisis pasa por menos regulación. La respuesta a esta larga pregunta y aclaración es simple, el mundo ya está bajo el control de grandes grupos financieros y multinacionales cuyo interés sigue basado en el liberalismo salvaje y no están dispuestos a que nadie varíe el camino emprendido en los 80, sobre todo cuando pueden usar el nivel paupérrimo de sueldos y salarios de los países emergentes, no para obligarlos a mejorar sustancialmente sus condiciones de trabajo, sino para forzar a los occidentales a reducir drásticamente las suyas, como está haciendo Frau Merkel en Alemania y otros países.

Estamos volviendo atrás en la Historia. Estoy leyendo y ya terminando “La caída de los gigantes” de Ken Follet, autor que aparte hacernos disfrutar con sus novelas, muchas de ellas son un curso de Historia. Se trata del primer libro de la trilogía “The Century” todavía no completada y dedicada al s. XX. “La caída de los gigantes” cubre el período entre 1911 y el final de la I Guerra Mundial. Me ha gustado en primer lugar porque como con todos los libros de Ken Follet, cuesta interrumpir su lectura, pero además he conocido una parte de la Historia del mundo que no conocía bien. Yo sabía lo normal de la I Guerra Mundial, pero desconocía por ejemplo en qué entorno y en qué circunstancias se había desarrollado el conflicto antes, después y más allá del magnicidio de Sarajevo, y que a lo largo de la guerra se gestó una importante revolución social que en Rusia fue violenta. Se puede decir sin exagerar que hasta el inicio de la I Guerra Mundial existían en Europa dos grupos sociales totalmente separados: la aristocracia, real o asimilada, y el pueblo. La clase media todavía tenía poca importancia. La guerra marcó el fin de esa situación, en Reino Unido, Francia, Alemania y el Imperio Austrohúngaro, porque los altos jefes militares, que habían ascendido a su rango por razón de cuna y no de méritos actuaban con poco o nulo uso de la ciencia militar y su desprecio por la plebe les llevó a provocar inmensas masacres sin sentido, bien reflejadas en películas como “Senderos de Gloria” de Stanley Kubrick. En Alemania los militares fueron además los que buscaron y defendieron las razones para iniciar la guerra y llevarla hasta el final, como medio de expansión personal y nacional. Para empeorar el conflicto social, la I Guerra Mundial fue una guerra entre reyes y reyezuelos, para marcar territorio y controlar el continente, pero con la que el pueblo de ningún país se sentía identificado. En Europa la presión popular acabó con esta estructura social y en Rusia, donde este tipo de sociedad era además brutal y casi esclavista acabó en la revolución de octubre y el nacimiento de la Unión Soviética.

Será con otro tipo de aristocracia, pero me parece que estamos lentamente regresando al inicio del siglo XX, aunque también creo que esta vez el pueblo va a reaccionar, y espero que no lo haga como en Rusia en octubre de 1917.


SIGO SIN ENTENDER NADA II.

Volver a la Portada de Logo Paperblog