Revista Coaching

Sigue bombeando

Por Candreu
Sigue bombeando
Con el jetlag olvidado, pero con los gratos recuerdos de Latinoamérica en el corazón, nos reincorporamos al trabajo por España. En Sevilla, Huelva y Barcelona lo pasamos en grande impartiendo algunas sesiones y marcando algunas pautas para otras futuras.
En Sevilla además de participar por octavo año consecutivo en el Encuentro de Directivos de Cajasol tuve la oportunidad de pasar un rato con un viejo amigo que anda buscando su nueva oportunidad profesional. Hablamos de la necesidad de llegar hasta el final, de no quedarse a medio camino, y de aprovechar todos nuestros recursos por conseguir nuestro objetivo.
Un hombre perdido en el desierto y a punto de morir de sed llegó a una vieja cabaña de adobe casi desmoronada. Buscó una sombra donde acomodarse y descansar. Mirando alrededor encontró una vieja bomba de agua oxidada semioculta en un cañaveral. Se arrastró hasta allí, agarró fuertemente la manivela y empezó a bombear y bombear, pero nada sucedía. Desilusionado, se tumbó en el suelo, y su cabeza golpeó entre las cañas con un objeto duro.
Se giró, removió los tallos y encontró una botella de cristal. Le limpió el polvo y la tierra que la cubrían y pudo leer una etiqueta que decía: "Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella. Después, por favor, tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar".
El hombre descorchó la botella, y vio que estaba llena de agua. Se encontró ante un dilema. Si bebía el agua de la botella podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiese. O quizá no. Quizá la bomba no funcionaba y desperdiciaría el agua de la botella. ¿Qué debía hacer?. ¿Derramar el agua de la botella y esperar que saliera agua fresca de la bomba o aprovechar la oportunidad de beber el agua de la botella e ignorar aquellas instrucciones poco fiables escritas hace mucho tiempo?.
Al final optó por derramar toda el agua en la bomba. Agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba!. Continuó bombeando y bombeando y la bomba continuaba con sus ruidos. De pronto surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió abundantemente. Agua fresca, cristalina. Llenó la botella y bebió ansiosamente. Una y otra vez. Una vez saciado, llenó de nuevo la botella para el próximo viajante.
Muchas veces tenemos miedo de llegar hasta el final con nuestros proyectos (personales y profesionales) porque ello nos demandará una gran inversión de tiempo, recursos, preparación y conocimiento. Y nos quedamos parados antes de llegar al final, aceptando como válidos resultados mediocres, cuando podríamos conseguir grandes victorias.
¿Verdad que la próxima vez vas a llegar hasta el final, aunque ello implique más esfuerzo?.

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