Como publiqué anteriormente, el gobierno húngaro cumplió su amenaza y aprobó una ley que grava la publicidad en los medios de comunicación con un impuesto variable que puede llegar al 40%, y depende de los ingresos totales por publicidad que tengan los medios de comunicación.
Esto afecta especialmente al grupo RTL, el de mayor volumen y calado en Hungría, en manos privadas (dueños alemanes) y uno de los pocos críticos con el gobierno húngaro, que es quien deberá pagar la máxima tasa del 40% de sus ingresos por publicidad. Sin embargo esta ley afecta en menos medida al resto de medios húngaros, incluyendo los más pro-Fidesz, aunque al tener menos ingresos, deben abonar una tasa menor. Como ya comenté, se produjo una histórica protesta simultánea, cuando canales de televisión emitieron a la vez varios minutos en negro, y periódicos también publicaron páginas tan solo en negro. Sin embargo, poco le importó al gobierno húngaro, al igual que las protestas internacionales a esta ley que muchos han interpretado como un castigo a los pocos medios de comunicación que escapan al control de Fidesz.
RTL contraatacó a los pocos días desvelando informaciones que afectan al propio primer ministro húngaro, como una noticia sobre la boda de la hija de Viktor Orbán, donde alguien robó dos teléfonos móviles de alta gama, y que investiga un cuerpo especial de la policía científica (vamos, lo típico cuando uno denuncia el robo de un smartphone), que ha gastado ya varios millones de forintos tan solo en realizar pruebas de ADN al personal del evento (camareros, etc).
El primer ministro húngaro Viktor Orbán, acompañando a su hija en la boda, donde ocurrió el famoso robo del teléfono.
Tras esto, comenzó una guerra sucia en toda regla. El diario Napi Gazdaság (cercano a Fidesz) contraatacó publicando que la directiva de RTL (compuesta por 14 personas) se había repartido unas primas extraordinarias el año anterior de 1,6 billones de forintos (unos 5 millones de euros).
Lo mejor del asunto es que la información resultó ser errónea. Los directivos de RTL se habían repartido 1,6 millones de forintos (con M de millones, no con B de billones), es decir, unos 5000 euros. El diario Napi Gazdaság tuvo que rectificar y pedir disculpas en su propia portada al día siguiente, argumentando que el culpable había sido un simple error técnico, no sin que antes el diario Index publicase la historia completa y el propio canal RTL recomendase a Napi "repetir el graduado escolar" para mejorar sus matemáticas.
La cosa promete seguir entretenida.