A veces uno se cansa de dar y no recibir nunca y de preocuparse por los demás y solo obtener a cambio indiferencia. Es posible que haya llegado el momento en que la gente ya no distinga entre los que les quieren de verdad y los que no. Puede ser que muchas personas crean que cuando tratas con ellas tú también tienes puesta una máscara.
Pero tú careces de la mascara y la armadura que ellos llevan, y cuándo te cuentan sus tristezas te entristeces y te alegras con sus alegrías. Sin embargo ellos creen que haces teatro y que no te importan nada porque eso es precisamente lo que eres tú para ellos, nada.
Por eso aunque no debes dejar se ser cómo eres, lo que si tendrías que hacer para sufrir un poco menos es protegerte con el amor a ti mismo que nunca debe faltar y el amor de Dios que no es egoísta como el de los hombres.