Siguiendo el “rastro” al origen del Rastro
Todos conocemos que el nombre del Rastro está íntimamente relacionado con las marcas de sangre que dejaban en el suelo los animales degollados tras ser conducidos al matadero. De hecho, el diccionario de Covarrubias, de 1611, define la palabra rastro como “el lugar donde se matan carneros (…). Dixose rastro porque llevan arrastrando, desde el corral a los palos, donde los degüellan, y por el rastro que dejan se le dio este nombre al lugar”. Sin embargo, no es tan conocido para todos por qué en Madrid se denominó a esta zona así y cómo ha llegado a ser uno de los mercadillos populares más famosos de nuestra ciudad. En esta entrada pretendemos resolver estas dudas.
A finales del siglo XIV, se tienen noticias del asentamiento de ropavejeros -vendedores de ropa vieja y usada- en las proximidades de la actual plaza de Cascorro. A esta actividad se añadió la de los curtidores cuando en 1497 se instaló el Matadero Viejo entre las calles de Embajadores y Maldonadas. Poco duró ese Matadero Viejo, ya que Beatriz Galindo, la Latina, quien construyó en las proximidades su conocido hospital (1507), consiguió desplazarlo. El motivo que esgrimió fue la falta de salubridad que suponía tener un matadero próximo a su hospital. Sin duda alguna, aprovechó sus contactos en la Corte para hacer esta petición.
El Rastro (plano de Witt, 1622).
Poco tiempo se tardaría en construir este nuevo matadero, ya que aparece en el primer plano que existe de Madrid, el plano de Witt, fechado en 1622. Este matadero se construyó próximo al cerrillo del Rastro, en lo que actualmente es la Escuela Superior de Danza y la plaza del General Vara del Rey. El matadero del cerrillo del Rastro fue una edificación rudimentaria, lo que obligó a reconstruirlo de nuevo en 1650. En este plano se puede apreciar la denominación “El Rastra” al cerrillo, lo cual indica que aquel lugar ya recibía ese nombre popularmente.
Y como no hay dos sin tres, hay que destacar en este plano, o en otros posteriores como el de Texeira, la existencia de un tercer matadero en las proximidades de la puerta de Toledo. Este matadero pertenecía a la Villa de Madrid y trabajaba carneros, vacas, cabras y reses lidiadas, dejando la exclusividad del cerdo al matadero del cerrillo del Rastro. Fue reconstruido en 1669 y continuó su actividad, junto con el del cerrillo, hasta que en 1928 ambos fueron trasladados al matadero de Legazpi.
El Rastro (plano de Texeira, 1656).
A finales del siglo XVIII, nuevos comerciantes se instalan en la zona de la plazuela del Rastro y la Ribera de Curtidores. Éstos se dedicaban a la venta de comestibles, enseres, herramientas, quincalla e, incluso, objetos robados. Además, para evitar la contaminación de las aguas se desplazaron las curtidurías por su alta contaminación de las aguas.
Posteriormente, en el siglo XIX, llegaron los chamarileros -personas que se dedican a la compra venta de objetos de lance y trastos viejos-, las almonedas, las tiendas de muebles y objetos de valor, prendas y alhajas, y los comercios de libros antiguos. Todos ellos, y los ya existentes anteriormente, fueron quienes dieron al Rastro su esencia y la peculiar forma comercial que ha llegado, con algunas modificaciones debido a las diferentes normativas, hasta nuestros días.