Estimado lector, cuando leas este articulo, ya habrán pasado diecisiete días de campaña electoral para elegir al próximo Presidente de la República. Faltarán setenta y tres para su conclusión y tres días más para que todos los mexicanos depositemos nuestro voto en las urnas, el primero de julio.
En estas casi tres semanas lo más reseñable es que no ha pasado nada. Nada de nada.
El candidato priista –que inició la travesía con una amplia mayoría en las encuestas— va recorriendo el país en un ambiente extremadamente controlado, cuidando lo que dice y lo que hace para no repetir los errores del año pasado. Lo más destacado es su abrumadora presencia en anuncios espectaculares, transporte público y hacia cualquier lugar donde uno gire la vista. Y también porque tal vez sus spots sean los menos aburridos, aunque parezcan promocionales para impulsar el turismo en el país.
En cuanto a propuestas, sigue siendo una incógnita. Se limita a hacer declaraciones vagas del tipo “México está mal y necesita un cambio”, “mi compromiso es contigo y con todo México”, etcétera. En tanto puntero en las encuestas no necesita arriesgar. La pregunta es si se puede ganar una elección presidencial sin decir prácticamente nada, con puros lugares comunes.
Por su parte, los otros candidatos cada día parecen más ausentes.
La candidata del partido en el poder va de error en error y su campaña, lejos de tomar fuerza, se desinfla. Su imagen está desdibujada y sus planteamientos no son claros. Su actuación recuerda un péndulo. Un día sale en defensa del presidente Calderón y sus políticas, y al otro parece que quisiera desmarcarse y construir un perfil propio. Cómo estará la cosa que hasta el ex presidente Fox dijo que no hay forma de ganar.
La campaña de “las izquierdas” –a diferencia de 2006— tampoco acaba de despegar. Su candidato se ve cansado y pareciera que está ahí por inercia, porque es lo que ha hecho toda su vida –no hay que olvidar que lleva más de seis años en campaña— y no sabe hacer otra cosa. Su discurso suena gastado e incapaz de levantar pasión alguna. Los electores no conectan con la “Republica amorosa”.
Por raro que pudiera parecer, el cuarto candidato, Gabriel Quadri, es el que ha hecho alguna propuesta novedosa y el que más se está aventurando. Algunas voces dicen que es natural ya que no tiene nada que perder (ni que ganar).
La campaña está en un punto muerto. Es lógico que Peña Nieto se esté cuidando y vaya administrando su ventaja. Lo desconcertante es que Josefina y AMLO no arriesguen más. Se les está acabando el tiempo, en una campaña de por sí más corta que las del pasado.
Las encuestas confirman que no está pasando nada. En todo caso, cuando algo se mueve es en beneficio del puntero, que afianza su posición y araña algunos puntos adicionales. Los cuales podrían traducirse en ganar también las elecciones al Congreso y tener mayoría en ambas cámaras.
Ninguno nos ha contestado la verdadera pregunta de fondo, ¿para qué quiere el poder? ¿qué va a hacer con él? Veremos si los debates nos reservan alguna sorpresa.
Si esto no cambia pronto, esta campaña va a ser la que menos cambios muestre en la corta historia de la democracia mexicana… y también la más aburrida.
Publicado en SinEmbargo.mx, 16 de abril de 2012