Revista Talentos

Silencio

Por Slevin025 @Slevin025

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El silencio está tan mal visto que hasta existe un miedo.
El horror vacui.
Miedo al vacío.
El silencio está tan bien visto que cuando cantas en un bar, te miran con desgana y cara de asco, rezumando prepotencia.

El silencio. Hay tantos tipos de silencio que apenas les prestamos la atención que merecen. El silencio obligado de una iglesia que hace tiempo perdió tu respeto. El silencio por tristeza, ésa que te arranca las palabras y te quema las cuerdas vocales, no te deja otra opción que vestirte de pentagrama sin notas. Está el silencio que inspira, ése de algo que se está incubando en tu cabeza, y no encuentras la salida del laberinto de ideas que te ha llevado a la más absoluta ausencia acústica. Y luego están los silencios que se ajustan perfectamente a nuestro cuerpo. Nuestros silencios pertenecían a esa categoría, los que compartíamos con toda la comodidad del mundo. Un gran secreto, nuestro y de nadie más. Cometí el error de confundir un silencio de corchea por uno de blanca y se me acabó el pentagrama.

Puedes intentar deshacerte de todos los silencios. Pero nunca lo conseguirás. Ahora viene mi propio puzzle sin resolver: cómo olvidar los de menos que echo al silencio que me regalaban sus ojos color chocolate. Olvídate de su voz, dicen. Olvídate de su sonrisa, del nervioso movimiento de sus manos. Olvídate de cómo torcía el gesto cuando se corría. Olvídate del brillo de sus ojos cuando le sorprendías. Olvídate de las comisuras de sus labios cuando aceptaba el reto. Y no te olvides de olvidarte de su silencio.

Sí. La teoría está muy bien. Pero enséñame cómo. No es lo que no dices, es cómo te lo callas.


Archivado en: Autoemociones, Del amor y otras locuras, Grietas y ausencias, Qué encontrarás aquí, Todo lo mío Tagged: ausencia de ruido, corchea, pentagrama, silencio, silencios
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