Revista Cine

Silencio en la sala

Publicado el 05 diciembre 2011 por Monotematicosfm @curnom

Silencio en la sala
No me cabe la menor duda de que lo que más adoro en esta vida es el cine. Es mi principal afición desde que contaba doce años, y desde entonces no ha hecho más que crecer y crecer mi amor por el séptimo arte. Y claro está me encanta ir al cine. Comprar mi entrada, que me la pidan al entrar, buscar el asiento, sentarme cómodamente, escuchar la horrible música de ascensor de antes de comenzar, que se apaguen las luces un poco, los trailers, que se apaguen del todo las luces y embarcarme en la nueva experiencia que he ido a ver.
Al contrario que muchos, pienso que el cine puede ser una experiencia individual, no necesito tener a alguien al lado para poder disfrutar de la película, al igual que no necesito a nadie al lado cuando leo. Si voy al cine no es para ponerme a charlar durante la proyección, es para ver la película y luego si acaso comentarla con mis acompañantes. No quiero imponer mi opinión a nadie, por supuesto que no, pero si yo estoy pagando un dinero por una entrada exijo que el resto del público me permita escucharla y disfrutarla a la perfección.

No hay nada que me reviente más en este mundo que me estén interrumpiendo una película, tener que escuchar las chorradas que comenta la gente. Cuando pienso en cosas de este estilo incluso se me quitan las ganas de ir al cine. Puedo llegar a comprender que si vas a ver Harry Potter o una comedieta estúpida comentes algo con los de al lado, pero si vas a ver Melancolía o Nader y Simín no puedes estar charlando. El cine está para ver una película, hay quien paga tan solo por un sitio donde sentarse y charlar, y molestar al resto de los espectadores, que parece ser lo que mueve a este tipo de personajes.
Hay gente que lleva hasta extremos insospechados su egoísmo en las salas, capaces de ponerse a zapatear o golpear el asiento delantero. Incluso me he encontrado el caso de gente que va solo al cine y al no tener con quien hablar golpean el suelo con los pies. ¿Cómo pueden llegar a ser tan egoístas algunas personas? Esto ya es por el simple hecho de molestar a los que se encuentran a tu alrededor.
Viridiana era incapaz de entender la maldad humana, y Einstein dijo, en paráfrasis, que lo único infinito en el universo era el propio universo y la estupidez humana, pero que del primero no estaba del todo seguro. Pues bien, yo no entiendo la estupidez humana, pero estoy completamente seguro de su infinita extensión.


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