Después de tanta inmersión festiva, entre besugos, pulardas y mazapanes. Entre confites, piñones y cava. En conversaciones interminables. Dentro de espacios infrecuentes.
Después de todo eso, es necesario el silencio . Tan solo por un ratito, al menos.
Me quedo con él. Con este maravilloso silencio musical. Es además el regalo de un buen amigo. Les dejo con Mischa Maisky
(Bach. Cello Suite nº 1-Preludio)
Felices días!