Hace tiempo que no detenía analizar algunas noticias de sucesos, una de las secciones más vistas en cualquier periódico, una realidad que demuestra que la gente quiere morbo.
Y no salgo de mi asombro por las desgracias con las que me encontré, algunas de las cuales parecen más sacadas de una película que de la vida real. Como en Un cuento chino, protagonizada por Ricardo Darín y dirigida por Sebastián Borensztein, el hijo del magnífico Tato Bores, en la que justo cuando un hombre estaba proponiéndole matrimonio a su prometida mientras paseaban en un bote en el lago, una vaca cae del cielo y se estrella contra la embarcación, matando a su novia.
Es el caso, por ejemplo, de un hombre que falleció ahogado mientras tiraba las cenizas de su esposa, acompañado por su hijo de once años que pudo ser rescatado. El hecho ocurrió en Mar del Plata, Argentina.
Ni hablar del bebé de dos días que tiraron por un retrete en la provincia de Zhejiang, en China, un caso que se sigue investigando.
En San Justo, también Argentina, una mujer perdió en lo que va de año a dos de sus tres, hijos, uno fue atropellado y el otro, al querer salvar a un amigo de un robo, recibió un tiro mortal.
En Tenerife, ayer y hoy, las declaraciones de Saida Prieto, la joven aspirante a reina del Carnaval de Santa Cruz, que casi pierde la vida al encenderse fuego el traje que llevaba, estuvo entre las noticias más leídas y comentadas. No hubo bar, calle, cola de banco o parada de guagua en la que no se hablara de cuánto había sufrido.
Atrás, quedan otras que pasan desapercibidas por su naturaleza incómoda, pero que nos dicen que estemos atentos porque mientras tanto nos cuelan leyes educativas, reformas fiscales, privatizaciones que pasan desapercibidas y nos quitan derechos adquiridos durante años. Nos advierten, directa o indirectamente, de los riesgos si somos cómplices de un silencio que nadie quiere pero al que muchos contribuyen sólo por el hecho de buscar un poco de morbo.