Todavía asombra en muchos círculos, y en algunos rectángulos, la actitud del Presidente del Gobierno de España de no dar la cara y escudarse en sus ministros o en la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, para dar a conocer medidas, paquetes o mensajes para el pueblo. Una vez ganadas las elecciones, Rajoy aseguró que sería transparente y que daría la cara. Pues la verdad es que hasta la fecha y sin ser una entrevista concedida a la Agencia Efe www.efe.com (la única intervención tras su mensaje de toma de posesión), poco más hemos sabido del nuevo presidente.
Según argumentan algunos, de esta manera Rajoy evita la confrontación y las preguntas de difícil respuesta en cualquier combate con los medios de comunicación, algo a lo que se exponía constantemente el anterior presidente y que le costó más pena que gloria. Pero aún así y como máximo exponente político, el susodicho debería ser más digno del cargo y no escudarse en su guardia pretoriana para hacer frente a las medidas impopulares de las que tanto se están hablando.
Una de las premisas que Mariano Rajoy auspició para esta nueva legislatura fue la de reducir el desempleo y créanme cuando les digo que su actitud no está favoreciendo que así sea porque aquellos profesionales de los medios de comunicación que asisten a las convocatorias de prensa del Gobierno con la idea de sacarle algún titular al presidente, están viendo peligrar sus puestos de trabajo ya que se van de vacío y para eso, como haría cualquier director de un medio de comunicación, “no mando a redactor alguno”.
Y qué me dicen de los mimos de España, ya nadie les hace caso en los parques ni se sorprenden al verlos puesto que se están acostumbrando a ver al presidente del Gobierno español sonreír, gesticular pero no articular palabra. ¿Y qué hará Mariano Rajoy cuando sea invitado a una de esas bonitas cumbres internacionales donde, tras sentarse y hablar y hablar, los líderes mundiales se exponen a las preguntas de la prensa internacional? No me veo a José Luis Moreno metiendo la mano por detrás de la camisa del presidente y ejerciendo de ventrílocuo ante el mundo entero.
De lo que estoy seguro es que tarde o temprano, quien nos gobierna tendrá que enfrentarse a los medios de comunicación y al pueblo y se verá obligado a responder hasta de por qué el perro de Ramón Rodríguez no tiene rabo. Así que para no levantar desconfianzas, será mejor que comparezca pronto y de forma más continuada para explicar qué está haciendo y por qué, sobre todo porque como dijo Francis Bacon: “En materia de gobierno todo cambio es sospechoso, aunque sea para mejorar”.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…
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