
Tras el éxito de Miradas de humo vuelve la detective más admirada: Julia Soler.
Tiene una personalidad arrolladora y un pasado que no querrás conocer.
En esta ocasión, con la ayuda de Diego Jiménez, investiga el suicidio del duque Christofer Wharton o... el posible crimen. Y se encuentra con múltiples dificultades.
Sumérgete en:
Un elenco de sospechosos con coartada, a excepción de Ariadna, la hija del duque.
Un complot extraño que gira alrededor de un libro antiguo y un sello de una enigmática hermandad, que han desaparecido.
Secretos e intrigas se van desvelando a lo largo de la obra. Pasado y presente se entrelazan para conformar un gran rompecabezas.
Datos técnicos
Editorial: autopublicado (2022)
Nº de páginas: 365
Formato: Tapa blanda / Versión Kindle
Precio: 17,67 € / 2,99 €
Impresiones
Incansable Pilar, incansable y trabajadora, juguetona, ahora regalándonos la segunda entrega de su trilogía inconclusa, la misma que protagoniza su heterodoxa heroína Julia Soler, detective privado para más señas.
Cuando de la policía no se obtienen los resultados deseados, siempre en conveniente tener los contactos necesarios para ponerse en comunicación directa con una persona que sea capaz de suplir la carencia, la necesidad insatisfecha, la resolución de las dudas o el alivio de las sospechas. Julia Soler puede ser esa persona. Con sus normas, con sus reglas adaptadas a sí misma, esta peculiar mujer no dejará indiferente al lector, por su forma de ser y de manejarse e incluso por el modo en que conduce sus propios afectos.
Julia Soler es mujer y su sexualidad se va descifrando al mismo ritmo que se desarrollan las pesquisas puestas sobre el tablero de juego al que acude para mover ficha una y otra vez. Es ella y sus circunstancias, y estas incluyen una infancia, al amparo de una comunidad de religiosas, que marcará su destino. El peso de la vida, de la culpa, y de los secretos. Miradas de humo, silencios de niebla y quién sabe qué más ambientes evocados en sentencias lapidarias que se utilizan reiteradamente para crear ambiente y entiéndase el ambiente como se quiera.
Pilar González escribe desde hace tiempo. Es la misma autora que nos da pistas a la hora de enfrentarnos a nuestra timidez o nos toma la mano para contarnos una historia de amor. El lado oscuro de su corazón brilla cuando se pone en la piel de su personaje fetiche y creo que esa actitud le está dando muchas alegrías. No es necesario conocer a Pilar para leerla, pero sí que es una suerte pasar por esa experiencia. El resultado es el doble de grato y ayuda a comprender algunas, si no muchas cosas en su forma de afrontar el reto de la escritura.
Es la hora de sacar las cartas y a todos se nos han repartido aquellas en las que se hace referencia a la masonería en las bellas ilustraciones que pasan por nuestra mente. La aristocracia tiene esas cosas, y en una investigación que se remonta al siglo XIX y hunde sus cimientos bajo las lápidas del monasterio de Poblet, no pueden faltar las emociones que lo exotérico lleva adherido de serie a su concepto. Pero no contenta con ello, la autora incluye un peculiar libro con el que la misma Cristiandad puede pasar más de un apuro. El morbo crece y es la clave para merendar la novela en apenas dos sesiones de puro entretenimiento.
Es cierto que he echado de menos algo más de profundidad en el trato recibido por la masonería, pero lo que pido es convertir la historia en un ensayo y como juez propio, declaro que "no procede". En cambio, la muerte rondará las andanzas de un libro comprometido, como siempre, mientras que nuestro policía y detective sientan los cimientos del capítulo que cerrará la trilogía de lectura independiente.
Me llama especialmente la atención el modo que tiene Julia para contestar; ya se darán cuenta conforme penetren en la lectura, un rasgo de personalidad que ayuda a comprender al personaje. Su relación con el agente de policía con el que tuvo que colaborar en su anterior caso parece que ha mejorado e incluso ha sufrido una agradable metamorfosis que marca los tiempos del relato, sucesión de páginas que corren a una velocidad endiablada gracias al juego de los diálogos.
Y seguiremos guardando en las retinas las dos portadas con las que imaginaremos la fisonomía de la protagonista, aunque el texto luego desmienta en ocasiones tal suposición. A leer. El juego está servido.

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