Centre Pompidou de Málaga. Enero 2018
La artista suiza demostraba su sensibilidad con estos libros, pero no tenía suficiente con ellos o con sus ilustraciones o esculturas, necesitó crear títeres de tela. Pensaba que igual que ella sentía la vida de manera tan intensa, también lo hacían los demás y existía un sentimiento de grupo que necesitaba representar. Así, y durante la salvaje vivencia de la Segunda Guerra Mundial desde su país neutral, creó sus primeras figuras de ropa en tamaño real. Normalmente eran grupos y no seres individuales, gente que no estaba sola pero que representaba una sensación, un pensamiento, un miedo o dolor común.Centre Pompidou de Málaga. Enero 2018.
Los años 50 en París y su unión a los artistas franceses de la época, junto a su intervención continuada con Amnistía Internacional, hicieron que recreara el llamado Grupo de los 13. Se puede admirar ahora en el Centre Pompidou de Málaga, llegado desde la ciudad gala. Trece grandes figuras de tela en tamaño real, sentadas, con las manos en descanso en el regazo. Trece personas con los ojos cerrados, aunque pareciera que los vayan a abrir en cualquier momento, como si estuvieran en vigilia. Trece personajes en sus sillas y tres de ellas vacías, esperando a algo o quizá a alguien. Tantos como en la imagen de La última cena de Da Vinci, quién sabe si aguardan al traidor o si este ya está acomodado entre ellos. Su intención era manifestar el sufrimiento silencioso, sin Cristo, sin mesa, sin cena, tan solo la espera, el vacío, la falta y los ojos cerrados.Quedarse ahí quieta, ante todos ellos, cerrar también los ojos y compartir su silencio. Lleva a reflexionar sobre esa verdad del padecimiento conjunto, cómo el compartir lo que nos sucede puede hacer ese sentimiento más llevadero, la espera más corta, la traición menos dura; puede llenar esa silla vacía de la mano de aquel que está sentado a tu vera, como quiso representar Eva Aeppli.Centre Pompidou de Málaga. Enero 2018