Uno debe aceptar pues la historia tal como le llega (que remedio) aunque siempre es saludable hacer el esfuercito y contrastar una y otra vez todas las versiones disponibles de tantas fuentes distintas como sea posible e intentar hacerse el cuento "propio", matizar la verborrea laudatoria que se prodiga a los vencedores y las invectivas virulentas con que se veja retroactivamente a los vencidos; reconvertir a nuestros heroes y mártires en los seres humanos de carne y hueso que en realidad fueron, gente como usted y como yo, gente, personas con las que uno podría sentarse a compartir un café, un almuerzo, un chiste, un abrazo porque así eran cuando vivieron y sabe Dios con cuantas otras personas compartieron café, chistes y abrazos y claro, penurias y esfuerzos.
Con esto en mente miro a la gente que me rodea en esta "hora menguada" de lo que queda de nuestra República, y me pregunto con cuántos próceres potenciales estoy compartiendo café, chiste y abrazo; veo hombres y mujeres de toda condición afanados en marear la vida lo mejor que pueden, tomando decisiones, equivocándose y acertando, tratando de entender los tiempos y las circunstancias que les ha tocado vivir, dosificándose el miedo y la angustia como mejor sepan porque hay que seguir bregando.
Esta no es gente de proclama encendida ni de enardecedora arenga, es gente de voluntad íntima y callada, gente de decisiones a medias al albur de circunstancias que no controlan pero con la determinación de no dejarse arrastrar, de no dejarse ahogar por la marea; tal vez no sea la gente que "piensa" una independencia, es la gente que la "hace".
Cuando uno va camino de... empezar a hacerse viejo (jeje) comprende, o al menos así me sucedió a mi, que los dioses de nuestro Olimpo tropical alcanzaron semejantes alturas no porque hayan tenido ideas y las hayan gritado al mundo en lo alto de una montaña si no porque miles de hombres y mujeres hicieron "suyas" esas ideas, miles de personas como usted y como yo decidieron compartir su café, chistes y abrazos bajo una lluvia de balas, sobre una tierra anegada en sangre (propia y extraña), en largas noches de miedo indecible y por años de incertidumbre y privaciones.
¿Mérito? por supuesto, no faltaría más; la proyección, planificación, conducción, consolidación de todas esas ideas no provino de la masa combatiente, nuestra independencia fue todo un parto colectivo, qué duda cabe y a la luz del resultado poco importa si las motivaciones originales de quienes la pensaron fueron en verdad las que adornan su leyenda, o si sus graves errores y sus sorprendentes aciertos fueron resultado de su mente preclara o de la simple casualidad, en verdad ¿acaso importa?, ellos SI lograron los objetivos trazados, ellos nos pensaron a nosotros, los que veníamos después, los que entonces eramos su impreciso futuro, como hombres y mujeres libres y ellos, los otros, se partieron el pecho y entregaron el alma para que así fuese, pero... ¿es así?...
No es pregunta vana en un momento de nuestra existencia como nación en el que vemos a un puñado de personajes de mal sainete transando nuestro futuro por algo más que aquellas famosas 30 monedas y bajo la tutela de otros personajes más que sospechosos, supuestos "líderes" de una nación extranjera que, agotada ya la sangre y la vida de su propio pueblo maniobran astutamente para vampirizar a sus "vecinos y hermanos", nosotros, los más pendejos.
Que se decida en La Habana qué será de nosotros, el futuro soñado por nuestros libertadores, es poco menos que una buena patada en sus heroicas partes y que "el pueblo", heredero de aquellos que en verdad hicieron de las ideas realidades haya creído en la patética teoría del "segundo round" independentista con que lo han mareado 14 largos y dolorosos años, cuando de lo que en verdad se trataba era de una subasta pública (oro de ley a cambio de espejismos, ni siquiera espejitos) habría hecho que aquellos hombres y mujeres cojonudos dieran media vuelta, cada quien para su casa y santas pascuas... el café, chiste y abrazo en familia y nada más.
La historia nos hace una relación pormenorizada y más o menos ajustada a la verdad (según la fuente) de las tareas y esfuerzos de quienes pensaron y de quienes construyeron nuestra libertad e independencia, ese fué el logro de aquella generación; cuidarla y mantenerla es la tarea (postergada al límite ya) de nuestras generaciones; en el mundo de hoy no caben los próceres, héroes ni semi-dioses que nos muestra nuestra historia, ellos no se levantarán de sus tumbas a alzar banderas en nuestro nombre, no gritarán arengas ni juramentos en montes y sabanas, ni de estos tiempos nacerá un "mesias" que nos conduzca a una tierra prometida, eso quedó para los desiertos y las novelas decimonónicas.
Si bien "Libertad" e "Independencia" son conceptos y como tales son intangibles y sujetos a muchas interpretaciones, (botones sobran para mostrar), sirven para medio guiar a la gente hacia el objetivo que son en si mismos y, para que no olvidemos su importancia, nuestro entorno, mini mundo cotidiano, está colmado de objetos, de piezas arte, edificios y monumentos, de símbolos que sirven de reforzadores y a la vez de recordatorios de aquel "prometéico" esfuerzo que dió entidad y realidad a estos conceptos en nuestro pasado.
Y a uno de esos símbolos iba destinado este post (y terminé largando esta perorata): La Espada de Bolívar. No creo que haya muchos símbolos referidos a nuestra independencia con un peso o valor mayor que ese adornado trozo de acero que en algún momento fue empuñado y blandido por el buen Simón en medio de sus esfuerzos. Espadas habrá tenido muchas sin duda, buenas y malas, de batalla y de gala, con y sin denominación de origen, para usar, para romper, para extraviar, para entregar en la derrota y para alzar en la victoria, muchas... pero La Espada de Bolivar dejo de ser "objeto" particular o específico para convertirse en "idea" creo yo que aún antes de su propia muerte.
Lo que no sospechaban los historiadores que ensalzaron su filo ni mucho menos su dueño al desnudarla en batalla es que terminaría convertida en excusa y, peor aún, en chuchería. En excusa para desmanes, insultos y amenazas, en objeto que cercena al nacer libertades más que defender las ya ganadas, en prosaico machete con pedrerías cuando es mostrada o nombrada en discursos de odio y, lo dicho, en funesta chuchería repartida entre amigos de todo lo ajeno, de todo lo que hay en el mundo menos de la libertad y la independencia.
Mugabe y Lukashenko tienen la suya
Al-Assad
Kirchner 1
Gadaffi
Correa
El Emir de Qatar
Dilma
Humala
Kirchner 2
Lugo
Vaya Ud. a saber quién carajo es este viejito
Putin
Ortega
Evo
Abbas
Mujica
Raúl Castro (y cómo no por Dios)
Se bien que faltan unos cuantos, vivos y muertos, en esta breve colección; el más destacable en mi opinión es el único que en verdad sabría que hacer con su réplica de la espada de Bolívar, el joven medallista olímpico Limardo, pero aún y a pesar de ser muy fácil obtener una fotografía del acto en que la recibió no lo incluyo pues de todos los que la han recibido él es el único que ha dado sablazos por Venezuela, todos los demás le han dado los sablazos a Venezuela.
Ese es el valor que se le ha dado a uno de los símbolos de nuestra libertad e independencia y así lo entiendo yo, el objeto que representa la larga y dura jornada de los "Padres de la Patria" en manos de opresores, chulos y mendicantes... y así estamos, en el brete de tener, ahora si, que fajarnos con el verdadero "segundo round"...
Y a usted ¿qué le apetece?..¿cafecito?, ¿abrazo?, chiste no, no estoy de humor...
Saludos. Twittear